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Víctor Llano

El coma-andante no será invitado a la boda

Felipe de Borbón invitará a sus esponsales a 35 jefes de Estado. Nos despertamos de golpe, cuando medio dormidos, escuchamos este titular en la radio. Temimos lo peor. Pensamos que entre tantos “estadistas” podría estar Fidel Castro. Vivimos cerca de la Catedral y, no quisiéramos, después de 35 años de exilio, verle pasar en coche oficial por el barrio. Por fortuna, nuestros temores resultaron infundados. El Príncipe de España únicamente invitará a los mandatarios de los países que visitó oficialmente. Entre ellos están los 18 estados de Iberoamérica a los que Don Felipe viajó para asistir a las investiduras de otros tantos presidentes. Como los cubanos no cambian de presidente desde hace 45 años, el heredero de la Corona Española aún no ha visitado -al menos oficialmente- la Isla-Cárcel. Se ha abrazado mucho con el coma, pero jamás en La Habana. Confiamos en que nunca lo haga. Queremos, sí, que pronto pueda asistir a la investidura de un nuevo presidente cubano y, que entonces, Su Alteza, pueda sonreírle a un verdadero estadista, no a un asesino de la peor especie. El caso es que Castro no será invitado a la boda real. No podrá estrenar ninguno de los dos aviones que ha encargado en Rusia. Naves semejantes a las que utiliza su amigo Putin. Con sala de reuniones, despacho, dormitorio, muebles de diseño, televisión por satélite e Internet. Está que lo tira el coma-andante. Total, le sobra la pasta. Mientras los cubanos para huir han de transformar un carro antediluviano en maltrecha barcaza, su verdugo les encarga a los rusos dos aviones de lujo. Los más optimistas dicen que los necesita para escapar. No de los estadounidenses, de sus víctimas o de los cómplices que temen perder todo lo que robaron gracias a él.
 
Castro no paga ni un euro de los cientos de millones que debe a los empresarios españoles, pero siempre –sin necesidad de abrir la ya famosa “cuenta del coma-andante”- encuentra las divisas suficientes para cubrir todas sus necesidades. Antes éstas se circunscribían a vivir muy confortablemente, a financiar sus costosísimas medidas de seguridad, y a costear la represión y la propaganda; pero ya tiene una edad, ahora su precario estado de salud precisa de muchas más comodidades. Además, en los aviones que ha encargado han de caber muchos de sus familiares. Quizás fueran ellos los que le han convencido de realizar tan alto desembolso. Tal vez muy pronto necesiten huir en estos lujosísimos aparatos. No serán siempre los mismos los que tengan que abandonar la Prisión-grande. Los verdugos saben que les queda poco. Sólo así se entiende que les parezca escasa toda preocupación por su futuro. Nadie puede reprochárselo. Temen que una noche alguna de sus víctimas les pregunte por 45 años de crímenes. Y es que cada día que pasa es más difícil sobrevivir en la Isla-cárcel. Ya ni con dólares. Han cerrado muchas tiendas de recuperación de divisas y en las que permanecen abiertas los precios se han disparado.
 
Los más jóvenes únicamente sueñan con escapar. Los más viejos con morirse un día después del Monstruo de Birán. Mientras tanto, éste insiste en desafiar a los estadounidenses y en culparles de todos sus fracasos. Aunque ya nadie de buena voluntad puede creerle, continúa hablando de bloqueo y de invasión. Está muy mayor. El hecho de que Cuba sea el importador número 35 de productos estadounidenses no va a hacerle pensar en otra patraña. El régimen castrista compra en la potencia enemiga más alimentos que otros muchos países que mantienen relaciones amistosas con Washington; entre ellos Costa Rica, Honduras, Panamá, Perú y El Salvador. Sin embargo, aún son muchos los socialistas españoles que cada vez que se les pregunta por los crímenes de Castro los justifican en lo que califican de “criminal bloqueo”. Ahí tienen a Miguel Ángel Martínez Martínez. Muy preocupado por los agentes del régimen comunista condenados en Florida. De nada nos sirve insistir. Ni él, ni sus compañeros de partido cambiarán su discurso respecto a la robolución. Así les va a los de ZP. A la verita de Rovireche.

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