Menú
Cada cual es muy libre de creer en la versión de ETA y de Carod, según la cual no hubo acuerdo entre ellos, o de inducir que sí lo hubo a partir de unos hechos indubitados: Carod lleva años defendiendo ciertas tesis, en enero se reúne con ETA y en febrero ETA hace suyas esas tesis. El que quiera seguir cerrando los ojos, o seguir tratando de cerrárselos a los demás, a lo suyo. Ellos sabrán por qué o a cambio de qué lo hacen.
 
Pero los ciegos voluntarios y los cegadores por interés tienen un problema: hasta el propio Carod ha reconocido que la reunión de Perpiñán existió. Los socios no terroristas de Carod pueden echar toda la tinta de calamar de que dispongan, esparcir todo el humo y señalar al gobierno de España por el escándalo de contar con unos servicios secretos eficaces. Y los tontos que miren el dedo en vez de la luna serán legión. Y los que se hacen el tonto serán dos legiones. Pero se pongan como se pongan, la mera reunión, aun sin acuerdo, entra en las previsiones del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. El PSOE incumple flagrantemente el pacto al mantener ese tripartito que es un tetrapartito con uno de los socios encapuchado. Maragall, que habla de más, ha contado lo duro que se puso con Carod: le exigió “gestos”. Eso es todo, gestos. Hacer como si ERC pagara un precio por su “error”.
 
Pero, ¿qué precio han pagado los independentistas? Hoy mantienen las mismas conselleries que antes de la crisis y su líder se presenta de cabeza de lista por Barcelona a las generales, planteadas como un plebiscito acerca del diálogo con ETA. ¿Qué precio han pagado? Ninguno. Por el contrario, serán premiados por un segmento social que previamente han despertado y activado, un segmento caracterizado por el antiespañolismo, la radicalidad y, en palabras de Carod, la exigencia de “un cambio de régimen”. ETA los ha puesto de largo para la ocasión y obtendrán los dividendos de su arriesgada operación. Por último, los socialistas los premiarán con la obtención de senadores independentistas al llevar al Senado la sólida alianza que ya existe en el Ayuntamiento de Barcelona y en el tetrapartito.
 
¿Qué defenderán los socialistas en las próximas Cortes Generales? ¿lo que dicen sostener o lo que sostienen los enemigos de España que llevan en sus listas? Porque, por si alguien lo ha olvidado, la posición de socialistas e independentistas catalanes es opuesta en temas como la ilegalización de Batasuna, la reforma del Código Penal o ley de extranjería. Al final, harán lo que diga Maragall, que es quien manda. Porque el verdadero problema no es Carod, un exponente del resentimiento antiespañol que nació a finales del siglo XIX y que Pujol se encargó de multiplicar en veintitrés años de política dirigida a los sentimientos, las emociones y las vísceras. El problema es Maragall, decidido a extender a toda España la confusión y la ignominia que su insania política ha traído ya a Cataluña.
 

En España

    0
    comentarios