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Amando de Miguel

Anglolalia

Son muchos los “emilios” que se refieren a la importación masiva del inglés americano que recibe nuestra parla común. Maria del Mar Villa aduce la locución de moda “violencia de género”, a la que me he referido alguna vez. Añade otras importaciones de matute: “políticamente correcto, hacer los deberes, tolerancia cero, derechos civiles, parafernalia, oxímoron”. Aun así, a doña María del Mar le gusta más “violencia de género” que “doméstica”. Razona que son muchas más las víctimas mujeres y los asesinos, hombres. Realmente los asesinatos de cualquier clase ─dentro o fuera de los hogares─ los llevan a cabo más bien los hombres. Pero no por eso deben entenderse como delitos de género. En fin, cada cual que elija la forma léxica que más le vaya. Respecto a las otras importaciones, no me parecen las más fraudulentas. “Hacer los deberes” viene del francés y está ya instalado entre nosotros, aunque como cosa antigua, pues en las escuelas ya no hay deberes para casa. En mi colegio, como era una orden religiosa de origen francés, decían “tareas”, no “deberes”, para destacar que no se dejaban llevar por el galicismo. Lo de “oxímoron” (adjetivo contrapuesto al nombre) o lo de “parafernalia” (aditamentos de ridícula solemnidad) son términos castizos, que no provienen del inglés. “Ridícula solemnidad” sería un oxímoron. Es palabra griega. Doña María del Mar me llama la atención sobre otra moda, la de decir, por ejemplo, “señor Amando”. La atribuye a un vulgarismo madrileño. Yo la asocio más a la influencia del catalán en el habla popular castellana. También se empleaba así en el castellano rural. Mi abuelo era el “señor Amando”. A mí no me suena bien. Dígase “don Amando”, “Amando” o “De Miguel” a secas; o “señor de Miguel”, si se quiere ser más formal.
 
Me escribe Keo Capestany, desde Seattle (Washington). Es uno de los 700 intérpretes judiciales titulados que ejercen en los Estados Unidos. El hombre se defiende del uso que tiene que hacer de términos “spanglizados” en su oficio, siempre “en aras de la comprensión”. No se desanime mi corresponsal. El castellano se desarrolló más que las otras lenguas peninsulares porque se atrevió a adoptar muchas palabras arábigas. Las lenguas realmente vivas se fecundan mutuamente.
 
Luis Lebredo, de Redlands (California) aduce varios ejemplos del español que se utiliza en los Estados Unidos. Se habla así de “fatalidad” (muertes), “troca” (camión), “yarda” (patio) y “hoy día” (hoy). Le recuerdo que en España es una plaga lo de “a día de hoy” (hoy). Más chirriante es lo de “todo mundo” (everybody) que, según cuenta don Luis, utiliza el presidente Vicente Fox. Tampoco me escandaliza a mí mucho ese tipo de contagios. El más gracioso es el de la “güelfería” que oí a los puertorriqueños de Nueva York para designar al Welfare (Seguridad Social). Lo que en España llamamos “piscina” ─un galicismo─ en México dicen “alberca”, que es más castizo.
 
           

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