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Zapatero se ha comprometido a una medida decisiva. Si gobierna, el Ministerio del Interior cambiará de nombre. El vocablo “Seguridad” podría obrar prodigios, como el añadido “y de la Cooperación” ha de beneficiar a Exteriores enderezando nuestra diplomacia. Con gran destreza verbal, los socialistas a veces alargan las frases hasta el infinito, así el lema de la manifestación-trampa. Aunque pueden aturdir o adormecer, la lluvia de vocablos es un bálsamo de tan salvíficas virtudes que, en cinco minutos de concentración, todos los pecados quedan perdonados, los errores corregidos y el honor recobrado. Otras veces las palabras sólo se insinúan: menos es más, minimalismo y austeridad. Pienso en el hallazgo ZP. Dediqué un artículo a cantar esta felicidad del márketing. Quise ser exhaustivo, pero me dejé una lectura que hoy creo fundamental: Zapatero Perderá. Una lectura dolorosa pero necesaria si quieren conservar sus poderes, como enseguida veremos.
 
En campaña se crecen. Ven un micrófono y comienzan a segregar endorfinas, alcanzan su momento dulce y ¡logran alterar el pasado! Eso, además de revolucionar la física de procesos irreversibles, tiene unas ventajas impagables para un partido con un pasado como el suyo. El llano Montilla, cuyo catalán no va muy allá (aunque compensa la carencia gracias a un pobre castellano) obra milagros: una multitud de fieles ha presenciado cómo barría para siempre uno de los rincones más malolientes de la reciente historia de España: Rajoy, nos dice, ha sido el peor ministro del Interior en democracia. De un plumazo, quizá moviendo un poquito la nariz como “Embrujada”, ha borrado la infamia. Redimidos, nos felicitamos por no haber tenido nunca un ministro del Interior condenado a diez años por secuestro. También el agreste lampista de las joyas, delator de ajenas pérdidas de aceite, se ha desvanecido. Nunca hubo una pandilla de criminales trabajando para ese ministerio. Lo peor que se recuerda por allí: Mariano Rajoy.
 
Ahora lo importante es que no se les pase la inspiración y pierdan sus poderes. Y como los poderes y el poder podrían ser incompatibles, lo mejor es que todo siga como está. En la oposición se han inspirado y en ella tienen que continuar. A seguir pues abominando del gobierno del empleo, la prosperidad, la dignidad nacional y la cohesión territorial, cosas para gente gris con muchas carreras, y a seguir dando muestra de altruismo los reyes de la ilusión, con su Montilla haciendo pedagogía, sus gentes del cine, sus subidas del 26 % de las pensiones, sus novelistas salaminos, su España plural, sus cantantes sadamitas, su heroica voluntad de dialogar con los que les tirotean, su Zapatero maragallizado, su Maragall carodizado y su Carod ternerizado. Todo ese mundo formidable que nos hace más llevadero el tedio de la tecnocracia.
 

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