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Amando de Miguel

Vacilaciones léxicas

No me canso de repetirlo. El buen decir no consiste en aceptar la norma falsamente académica que determina lo que está bien y lo que está mal. La lengua es tan sabia que permite algunas variaciones, para completar lo que tiene de norma gramatical fija. A lo largo de estas páginas por las que me asomo a tu pantalla irás viendo muchos ejemplos de esas que yo llamo vacilaciones léxicas. Podríamos decir también “variaciones”, con cierta petulancia musical. La cosa es entendernos.
 
Maylis Lafont Claverie me pregunta si se debe decir “un viaje a India” o “un viaje a la India”. En francés es muy corriente anteponer el artículo a los nombres de los países. En inglés se hace con algunos (los Estados Unidos, el Reino Unido). En español puede ponerse el artículo a unos pocos países: la India, el Perú, el Japón, la Argentina. Para mi gusto es más elegante ese acompañamiento del artículo si lo pide el caso. Pero ahí está la vacilación: se puede prescindir bonitamente del artículo y decir India, Perú, Japón o Argentina. Naturalmente, el artículo es obligado en frases como “la España profunda” o “la Francia eterna”.
 
Dentro de las vacilaciones más divertidas está la de las formas “Internet” o “internet”, con o sin artículo, masculino o femenino. He recibido docenas de “emilios” (correos, imeils, emails) sobre el particular. Hay para todos los gustos. El acuerdo es grande respecto a que Internet es del sexo femenino, pues se trata de una red. Así razona Pedro Pérez, David González Calleja, José Ángel y Ángel García Cuartero, entre otros. Admiro su seguridad. En mi inmodesta opinión lo de la red, aplicada a la internet, es solo una metáfora, una imagen. Es, además, una mala imagen, puesto que en una red cada nudo no se comunica directamente con todos los demás sino solo con los adyacentes. Yo veo la red en un plano, y la internet no es eso. Cada uno de los sujetos de la internet se puede comunicar directamente con todos los demás. Así pues, me imagino que la internet es más bien un tejido vivo, como lo es, por ejemplo, el cerebro. Mediante la sinapsis cada una de las células nerviosas o dendritas se puede comunicar con otras muchas, pero en diferentes planos. Eso no es una red, sino un órgano, un tejido vivo, un organismo. Todas esas palabras son masculinas. ¿No podríamos decir, mejor, “el internet”? Ya sé, lo tengo perdido. (Viene en mi ayuda G. Sánchez, para quien “en España se prefiere el masculino”).  Todo el mundo considera que la internet es una red. Precisamente, net quiere decir “red”. Pero la cosa empieza a ser una orgía de nominalismo (el nombre hace a la cosa). Lo de considerar que la internet es “la red de redes” me parece una idolatría, por lo mismo que se cae en ese pecado si se escribe con mayúscula y sin artículo. No me merece tanta reverencia la diosecilla Internet. El hecho de que haya mil millones de ordenadores en el mundo no le confiere la dignidad de la mayúscula. Seguramente son más de mil millones las células de un solo cerebro humano. Multiplica esa cantidad por 6.000 millones de personas. Ese conjunto sí que es grandioso. A veces lo llamamos la Humanidad, que comprende asimismo los miles de millones de personas fallecidas. Al lado de toda esa inteligencia acumulada (más las correspondientes pasiones), lo de la internet es una broma.
 
 

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