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¿Dónde reside la esencia del auténtico poder de la Unión Europea de Fútbol Asociación?... En su eficacia simbólica. La UEFA te apabulla con su Comité Ejecutivo, sus cuatro vicepresidentes y su tesorero; te deja sin aliento con su doce comisiones fijas y sus treinta y dos "paneles de expertos" (uno de los cuales tiene el curioso nombre de "panel de la billetería). La UEFA es tan eficaz desde el punto de vista simbólico que nadie se para a preguntarse cómo es posible que un ex futbolista aficionado del VfB, ex árbitro y ex entrenador de juveniles sea ahora secretario general del máximo organismo del fútbol europeo. La UEFA organiza quince competiciones y tiene poder sancionador efectivo sobre clubes históricos como Real Madrid, Bayern de Munich, Juventus de Turín o Manchester United.
 
A un organismo de esas características tendría que exigírsele un mínimo caché futbolístico y sin embargo, salvo honrosísimas excepciones, no sucede así. La UEFA está compuesta por ejecutivos tan grises como Aigner, un hombre que –tras no dar la talla como futbolista, árbitro o entrenador– ingresó en la organización allá por 1969, cuando sólo tenía veintiséis años.
 
El poder de este caballero reside en que absolutamente nadie se ha parado ni un sólo segundo a pensar cómo es posible que él sea "cerebro gris" de la Champions League, una competición que mueve millones de euros. ¿Por qué él? ¿Qué hizo para merecerlo? ¿Qué tipo de cualificación tiene? ¿O es sólo porque lleva treinta y cinco años en la casa y se ha limitado a ascender en el escalafón? El problema del señor Gerhard Aigner es que el "G-14" ha empezado ya a hacerse esas preguntas, aunque este viernes volveremos a pararnos, absortos, delante del televisor para ver cómo saca unas bolitas de unas enormes copas de cristal.
 
¿Saben quién ha decidido que Roberto Carlos no pueda jugar este miércoles contra el Bayern de Munich? ¿Acaso ha sido un "comité de notables"?... ¿Habrá sido una delegación de históricos?... Nada de eso. Quienes han rearbitrado uno de los partidos más importantes del año han sido los señores Michel Wuilleret, Jan Appietto e Ivaylo Ivkov. Seguro que Ángel Villar, a su vez miembro respetabilísimo de la organización, estaría dispuesto a cantarnos las excelencias de los tres, pero ¿quiénes son ellos para volver a arbitrar ese partido "desde una silla", como dice el propio Roberto Carlos? ¿De dónde vinieron? ¿A dónde van?... De lo que estoy plenamente convencido es de que ésta no se le olvidará fácilmente a Florentino Pérez. Aigner y sus treinta y dos "paneles de expertos" harían bien en ir comprándose un sillón nuevo por si acaso.

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