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Julia Escobar

El día después

Ya salieron los periódicos del día después. Hubo algunas ediciones especiales el mismo día pero lo importante estaba por venir, y llegó, haciéndose eco de un rumor que recorría la ciudad desde las declaraciones de Otegui y que el propio Acebes alentó después al confirmar (no podía, no debía hacer de otro modo) los hallazgos del furgón con dinamita y rezos coránicos. Lo que era un problema nacional, una lacra particular que todos los países civilizados hoy deploran, condoliéndose con nosotros, se ha internacionalizado. Es más peligroso, si me apuran, pero políticamente más rentable.
 
Queda así exculpada la ETA e inculpado el PP. Respiran los progres: ahora, a pesar del pacto de “unión de los demócratas”, ya se podrá acusar al gobierno, pero hay que divulgarlo pronto, antes de la manifestación, antes del domingo, antes del voto. Y aquí el diario “El País” se pone en marcha. Es tradición que este periódico manipule las tragedias a su antojo. El 12 de septiembre de 2001 el mundo era quien, según ellos, tenía que temblar por las “posibles represalias de Bush”, y no por la magnitud de la tragedia ni por el dolor de las víctimas, convertidas en material desechable. Hoy, 12 de marzo, este periódico dice ya en la propia portada respecto a este atentado, anticipando en ella el editorial del interior, que “la eventualidad de que sea obra de Al Qaeda y de que tenga relación con el papel jugado por el Gobierno de Aznar en la guerra de Irak introduce una novedad que no puede dejar de sembrar una profunda inquietud (el subrayado es mío; verán que una vez más la inquietud la producen las víctimas, no los verdugos)”.
 
Incluso admite que pueda ser el resultado de una siniestra alianza entre ambas bandas, que confirmaría “de forma siniestra las profecías de Bush y de Aznar que querían confundir todos los terrorismos y convertirlos en uno solo. Si así fuera, será un tipo de profecía que se cumple a sí misma y que arrastra en cuanto a responsabilidades a quienes las profieren (el subrayado es mío; verán que la siniestrez de los verdugos, culpables por terroristas, se pone al mismo nivel que la de las víctimas, culpables de ser profetas o simplemente de pensar, funesta manía que choca con la magia simpatética en la que al parecer cree el editorialista).
 
En suma, este es el mensaje ideológico que han querido lanzar a España en este día lluvioso de marzo en que nos preparamos “la unión de los demócratas”, a salir a la calle para dar rienda libre al dolor, a la misericordia y a la esperanza: atención, puede que no sea la ETA. ¡Justo cuando la plataforma Cultura contra la Guerra emitió ayer una nota donde dejaba “bien claro” su “no” rotundo a la ETA y cuando la tan denostada y criticada Academia de Cine hacía pública su condena y el “desprecio repugnante” hacia la ETA! Incluso la Asociación Colegial de Escritores de España, a cuyo secretario general, Andrés Sorel, reprochaba yo su recalcitrante silencio (léase: El pueblo soberano, en LD) mandó ayer mismo a los periódicos unas palabras condenatorias:
 
“La Asociación Colegial de Escritores de España condena enérgicamente el bárbaro atentado sufrido hoy en Madrid, que pretende romper la normalidad democrática y sembrar el terror y el caos. Los escritores nos sentimos solidarios con las víctimas de este terrorismo que hoy alcanza una cumbre odiosa y compartimos profundamente su dolor. Madrid 11 de marzo 2004.”
 
Nota ejemplar que igual sirve si los culpables llevan chapela o turbante, pero bienvenida a pesar de todo. Que yo sepa, nadie la ha publicado por ahora, pero ahí van, como justa compensación a lo que dije anteriormente.

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