Es un lugar común que a los gobiernos hay que darles 100 días, antes de criticarlos, pues se supone que en ese tiempo definen y anuncian las políticas que van a aplicar. En el caso de España, antes de llegar a contar ese plazo, tienen que transcurrir otros 45 días, aproximadamente, el tiempo que se tarda en constituir las Cortes y elegir presidente del gobierno.
Para nuestra economía es mucho tiempo, demasiado. Porque la economía española se mantiene creciendo porque tiene fe en el futuro, porque la seguridad en que las perspectivas serían favorables han animado a muchos de los que tienen empleo, de uno u otro tipo, a ahorrar, y endeudarse además, ya sea para comprar una vivienda, ya sea para hacer planes de pensiones o para empezar un nuevo negocio o formar una nueva empresa, o ampliarla.
Me gustaría equivocarme pero se van a aplazar muchas decisiones. Y esa pausa es suficiente, en muchos casos, para que se produzca un empeoramiento.
Esas reacciones negativas sólo podrán evitarse si en muy pocas semanas se producen declaraciones formales del nuevo gobierno socialista aclarando que no va a haber cambios en casi nada. Tendrán que explicar en primer lugar, el trato que van a dar al ahorro, pues recuérdese que la amenaza es subir fuertemente la tributación de las rentas y plusvalías, obtenidas, sobre todo, a través de fondos de inversión y seguros a largo plazo. Si esa postura se mantiene habrá salidas masivas de capitales de España y un enorme impulso a la economía sumergida. Y ello arrastrará la caída de la confianza.