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EDITORIAL

¿Puede Bambi renacer de una loba?

Zapatero tiene derecho a terminar con la política que detestan los terroristas del 11-M pues así lo ha querido la mayoría de los españoles. Lo que no tiene derecho nadie incluida la mayoría es a dejar impunes a los autores de la matanza por coincidir en su rechazo a la intervención aliada en Irak.
 
¿Dónde están ahora los que preguntaban inquisitorialmente al gobierno, nada más producirse la matanza, por la identidad de sus responsables? ¿Dónde están los que, sin dar tiempo para hacer las primeras pesquisas, acusaban al Gobierno de ocultar información? ¿A dónde se ha ido la ira por una matanza que todavía sigue impune?
 
Lo único que sabemos es la forma tan aparentemente responsable, comedida y moderada con la que nos ha anunciado Zapatero su intención de gobernar en solitario, con acuerdos puntuales con diferentes formaciones, según requiera su política. Aunque será difícil mantenerlo a largo plazo, no vamos a negar de forma categórica que Zapatero tenga márgenes para buscar alianzas e intentar retomar aquellos juveniles sueños de nuevo socialdemócrata con sentido del Estado, que su debilidad política y moral no dudó en traicionar para llegar al Gobierno. Sabemos que tiene bazas para rechazar ahora la indecente compañía que tiene su partido en Cataluña. Sabemos también que puede contar con CiU, o con Coalición Canaria para que la política económica no la dicte la Esquerra de Carod o la Izquierda de Llamzares.
 
Lo que no nos ha dicho aún Zapatero, de quien nos acabamos de enterar por Cebrián que González alabó su “mirada limpia”, es cómo va a lograr y en qué partido va a buscar apoyos para que no quede impune la mayor matanza terrorista de nuestra historia, cuya responsabilidad han atribuido a una organización que tiene su cabeza fuera de nuestras fronteras.
 

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