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Agapito Maestre

Terror y mentira “política”

Los cientos de muertos de la masacre terrorista nos acompañarán toda la vida. La extrema vulnerabilidad de los humanos nos ha sido impuesta por el terror. Muchos han manipulado la tragedia. No han querido guardar luto por los muertos; o peor, no han sentido dolor por el asesinato de sus semejantes; o peor aún, no han tenido capacidad de entristecerse. Menester es, sin embargo, guardar el luto por los caídos, porque quién no lo haga acabará pagándolo más pronto que tarde. Nadie en su sano juicio moral podrá mantener que estas elecciones no se han realizado bajo la presión de la ignominia terrorista primero, y su utilización, posterior, por “políticos” e ideólogos sin escrúpulos morales.
 
Estas elecciones han sido trágicas. ¡Sus resultados son irreprochables! ¡Su valor aritmético es incuestionable! Técnicamente nadie puede poner en duda los “líderes” políticos seleccionados a través del voto emitido el 14-M. Moral y políticamente, sin embargo, todo es más difícil de aceptar. La democracia es algo más que una suma numérica salida de las urnas, es una forma de vida basada en el conflicto de pareceres para erradicar la violencia. Precisamente, porque todos hemos votado bajo la presión de la violencia, del terror, los resultados de estas elecciones siempre nos dejarán inquietos, desasosegados y pendientes de una superior legitimación moral. La ciudadanía está triste, porque intuye que ha votado presionada por el terrorismo. Hay una mancha imposible de limpiar, aunque los políticos oportunistas ya han empezado a ocultarla. El ciudadano español está seriamente herido con los atentados terroristas de Madrid.
 
El PSOE se apresura a pasar página de este acontecimiento, pero no lo conseguirá. El pueblo español no olvida tan fácilmente como el hombre-masa, el resentido y el político oportunista ubicado en la industria cultural y los medios de comunicación. La ciudadanía no cierra jamás los ojos ante la barbarie. Ahí reside la cruz del PSOE. Su gran carga no será sólo combatir el plan Ibarreche o sosegar la voracidad de Maragall contra el resto de España, sino adquirir conciencia de que su victoria está determinada por el terror. Sus dirigentes harán como si la vida política transcurriera al margen de este inmenso crimen contra la democracia, pero será inútil, pues, al final quien no asuma este fracaso colectivo será zarandeado por su soberbia.
 
El acontecimiento terrorista de Madrid es nuevo en la historia de la democracia occidental del nuevo milenio. Por su atrocidad cuantitativa y su exacta planificación tres días antes de unas elecciones nacionales, el atentado de Madrid pasará a los anales de la historia universal de la ignominia contra la democracia. ¡Lo decisivo es el atentado! ¡Qué más da que lo haya cometido Al-Eta o Al-Qaeda ! Por lo tanto, nadie está a salvo de la crueldad terrorista; ni siquiera los malvados, que han utilizado la muerte para imponer sus cobardes criterios, se librarán del crimen terrorista. Nadie podrá pasar fácilmente página de esta masacre; ni siquiera los negociantes políticos, que han manipulado las conciencias ante la parca terrorista, dejarán de sufrir cuando experimenten la necesidad de ser hombres honrados. Nadie se librará del terror; ni siquiera los majaderos, que miran para otro lado ante la angustia del ser humano desarrollado, conseguirán vivir al margen de tanta vida sacrificada. Quien quiera, pues, eludir el trabajo de duelo por lo sucedido en Madrid, tendrá que pagarlo con una existencia miserable.
 
Tampoco el PSOE podrá eludir la cuestión durante mucho tiempo. Porque estas elecciones han sido, repito, trágicas, es conveniente que cada uno de nosotros sea capaz de entristecerse, de sentir duelo por los caídos, para poder recordarle al PSOE, y a todos los políticos de España, que en un estado emocional como el producido por los atentados de Madrid nadie puede votar con la cabeza clara y el corazón limpio. Sobre el impacto psicológico de cientos de cuerpos sacrificados nadie puede diseñar su vida pública. Esto es imposible en democracia. Pero si este imposible se hace posible, como ha sido el caso del 14-M, la democracia está herida de muerte. Acaso por eso los políticos malvados quieren pasar página rápidamente sobre la tragedia de Madrid. Espero que no lo consiga, porque el pueblo español, la ciudadanía más desarrollada desde el punto de vista moral y democrático, se lo impida.
 

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