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Amando de Miguel

Sí tengo palabras

Qué riqueza la del castellano, señores. La posta electrónica me trae cientos de nuevos matices que conviene sacar a la luz de esta paginilla. Juan Carlos Zabala (de Jacinto Arauz. La Pampa. Argentina) me consulta lo apropiado de la expresión “cuerito de goma” que dicen en su tierra los fontaneros, o quizá sean allí los plomeros. Los cueritos son las arandelas que llevan los grifos o canillas para ajustar las llaves. Naturalmente, se llaman así porque antaño eran de cuero. Según mi corresponsal, ahora son de goma, o quizá de plástico, y por eso los llaman “cueritos de goma”. No es mal nombre. Me recuerda la expresión “carpintería de aluminio”, por mucho que la carpintería de toda la vida sea de madera. “Carpintero” viene de carpentarius, el que hacía carros y carretas, naturalmente, de madera. En rigor, carpinteros serían hoy los fabricantes de automóviles.
 
Jaime García-Pelayo, de Algeciras, me dice si no será un lapsus calami  (errorcillo) lo de “palimpsesto” aplicado al libro de Federico Jiménez Losantos. Se reúne en él la serie de artículos que ha venido escribiendo el de Teruel durante los últimos años de Aznar en el poder. No, no es un error. Lo llamo deliberadamente “palimpsesto” porque se escribe, a la manera de los manuscritos o códices antiguos, superponiendo y borrando lo escrito sobre textos anteriores. Es el estilo de don Federico, el artículo se superpone al comentario de la radio, y esas piezas, a su vez, tratan de continuar y remozar escritos anteriores. Ese tipo de libros son, pues, verdaderos palimpsestos, a diferencia de los que se escriben de un tirón, ex novo. Los palimpsestos hodiernos tienen una gracia especial, la que les da el género periodístico. Por cierto, en el ordenador se corrige con la técnica del palimpsesto, es decir, borrando algunas frases y escribiéndolas de nuevo o añadiendo nuevos textos. Así que disiento de la opinión de don Jaime sobre el uso citado: “ni por asomo cuadra ese término (de palimpsesto) según lo define el DRAE”. Hombre, por asomo, sí.
 
Hablando de periodismo, J. Baltasar García Pérez-Schofield me señala la inconveniencia de la forma subjuntiva que tantas veces se desliza en la prensa. Por ejemplo, “el cantante que tocara en la plaza de toros”, “el político que hablara en el aula magna”. Tiene toda la razón; es un abuso. En esos casos el modo que procede es el indicativo: “el cantante que tocó en la plaza de toros”, etc. Es lo que podríamos llamar el subjuntivo periodístico. Se trata de una pequeña plaga que se puede combatir muy bien con agua y jabón; nada de química poderosa.
 
José Antonio Espinosa me consulta el significado de “acondroplásico”. Es un defecto del crecimiento que produce esas figuras de los enanos y bufones genialmente retratados por Velázquez. En contra de lo que se suele creer, es un rasgo que no minora la agudeza mental; a veces la estimula. Aconsejo a los lectores de LD que tengan a mano media docena de buenos diccionarios. El último: Nuevo diccionario de voces de uso actual de Manuel Alvar. Es utilísimo para neologismos y coloquialismos. Recurriré a ese sabroso texto cuando se tercie.
 
 
 
 
 

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