La razón de ser del cartel de la OPEP es restringir la producción para aumentar el precio del petróleo. Sin embargo, la mayoría de los políticos no se preocupa del problema y algunos hasta defienden a la OPEP.
Los apologistas de la OPEP sostienen que el cartel ayuda a estabilizar los precios, pero la realidad es totalmente opuesta. Entre el fin de la Segunda Guerra y la fundación de la OPEP, el precio del petróleo, ajustado a la inflación, casi no fluctuó. El precio del petróleo se disparó durante las crisis del Medio Oriente de 1956 y 1967, pero pronto bajó. Es más, el precio del petróleo ajustado a la inflación bajó en dos tercios entre 1945 y 1970.
Desde 1970, el precio del petróleo ha aumentado 1.300 por ciento. Entre 1980 y 1986 bajó dos tercios. Se mantuvo estable entre 1986 y 1997, bajó en 1998 y a partir de febrero de 1999 se ha cuadriplicado.
Los precios de los carteles fluctúan más por ser menos confiables que los del mercado y atraen la especulación. Los agentes no sólo tienen que tomar en consideración la oferta y la demanda sino la tendencia de los miembros de la OPEP a cumplir o no sus promesas. El resultado es un mercado menos predecible y mucho más volátil.
La experiencia de 1973 es un buen ejemplo. No ocurrieron casi cambios en la oferta mundial de petróleo, pero los precios se dispararon y el fenómeno puede sólo ser explicado por el pánico de los compradores.
La vieja predicción de que el petróleo se acaba nunca fue verdad y hasta hace 15 años el costo de encontrar y desarrollar nuevos yacimientos petroleros estaba bajando en lugar de aumentar. Y entre 1982 y 2002 el precio de las reservas conocidas de petróleo no aumentó, lo cual indica que el mercado no considera que las reservas petroleras sea un activo que se aprecia. Y siguen apareciendo nuevas tecnologías que hacen menos costosas la exploración y la explotación.
Los defensores de la OPEP dicen que los precios altos del petróleo ayudan a que haya estabilidad política en el Medio Oriente. Lo que no explican es en qué nos ayuda la estabilidad de regímenes como los de Arabia Saudita o Libia. Por el contrario, esos regímenes opresivos y amigos del terrorismo son mantenidos por los altos precios del petróleo y mientras se mantengan en el poder poco se avanzará hacia la democracia y el respeto por los derechos humanos.
Vamos a estar claros. Si la OPEP desapareciera mañana, el precio del petróleo bajaría en unos 8 dólares y un galón de gasolina costaría menos de un dólar. Un colapso en el precio de tal magnitud haría más por la economía que todo lo que sugiere el presidente Bush y la oposición demócrata. Por lo tanto, debemos acabar con la OPEP en lugar de defenderla.
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Jerry Taylor, director de Estudios sobre Recursos Naturales del Cato Institute