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Guillermo Rodríguez

Opiniones deleznables

Decir que Yahoo! sorprendió (para bien) al presentar sus resultados del primer trimestre suena a noticia ya leída. Desde hace bastantes meses, el portal dirigido por Terry Semel sólo da satisfacciones a sus accionistas. En su carrera frenética hacia las nubes digitales, la compañía alcanzó su punto más alto desde noviembre de 2000 (recuerden: entonces los valores tecnológicos exhalaban su último estertor antes de la debacle). Cada acción de Yahoo! se pagó el jueves a poco más de 56 dólares en el Nasdaq.
 
Los resultados registrados en el primer trimestre no hacen más que corroborar la buena salud del portal. Los beneficios netos ascendieron a 101 millones de dólares, lo que supone una ganancia de 14 centavos por acción. Hace un año, los inversores debían conformarse con 47 millones de dólares positivos, lo que supuso revalorización de ocho centavos por título. A pesar de que Terry Semel prometió hace tiempo que su negocio no dependería de la publicidad, no ha podido sustraerse a los beneficios que ésta genera. En el primer trimestre de 2004 los ingresos derivados de la publicidad sumaron 637 millones de dólares -el 83,7 por ciento de la facturación- tras crecer un 235% respecto al año anterior. En vez de reducir este apartado, el portal prevé aumentar la cifra un 35 por ciento en 2004. ¿Por qué cambiar si el modelo funciona?
 

 
¡Ay la letra pequeña! Siempre debe leerse, aunque te dejes los ojos tratando de desentrañar que diablos pone. Los usuarios de Terra acaban de descubrir que sus contratos incluyen una de esas cláusulas “sí, pero”. Te ofrecemos acceso a Internet de tal a tal hora, pero… no lo utilices demasiado o te cortamos el servicio. Un poco extraño, la verdad. Y contradictorio. Terra recomienda a sus usuarios “interrumpir la conexión” cuando no vayan a utilizarla o no estén “delante del ordenador”. Los internautas abonados a su tarifa ondulada no deberán superar las cuatro horas de conexión, o las ocho si cuentan con la tarifa plana de 24 horas. Y ojo, porque los que no acaten las órdenes se arriesgan a que la compañía les dé de baja. La decisión, sostiene Terra, “responde a un plan de mejora de la calidad del servicio”. Obvio: si nadie cogiera el coche, España tendría la red de carreteras más fluida del mundo.


Vistas así las cosas, también habrá que echarle un vistazo a la letra pequeña del nuevo servicio de tarifa plana que ofrece Jazztel: ADSL de un Mega, cuatro veces más veloz que los servicios que oferta la competencia. Aunque por el momento sólo está disponible en Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga, Bilbao y Alicante, la cosa promete. Y no porque vaya a generar una guerra de precios, precisamente. Si Jazztel puede permitirse cuadriplicar la velocidad de las conexiones por el mismo precio es, simple y llanamente, porque puede: dispone de centralitas propias, cosa que no le ocurre a la mayoría, que depende de Telefónica a la hora de prestar su servicio.


Hay personas que se descalifican a sí mismas con una facilidad pasmosa. Aquí ha quedado dicho innumerables veces que la SGAE, la RIAA y las discográficas en general no tienen una idea clara de por dónde van los tiros del negocio musical. Y así les va: el 85,8 por ciento de las tiendas musicales españolas vendió menos el año pasado, al tiempo que la venta de discos se redujo un 9,3 por ciento en todo el mundo, según datos proporcionados por la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI). Pero a lo que íbamos: de poca comprensión del mercado y mucho desconocimiento de la música digital hace gala el Teddy Bautista cuando no duda en tachar de “bastante deleznable” la calidad del MP3. Tratando de cargar contra los internautas que bajan música gratuita de la Red se lleva todo el chiringuito por delante. Porque el negocio de iTunes, por poner un solo ejemplo, se basa en la distribución de canciones en formato MP3. Lo que vendría a suponer, siempre según la tesis del presidente de la SGAE, que la calidad de su producto es “deleznable”. Aunque cabe hacerle una alabanza al señor Bautista: hace poco reconoció no haberse bajado jamás una canción de Internet. Su frase lo corrobora. Ya lo dijo Aristóteles: el ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona.
 

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