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Jaime Ortí expresó su opinión en la Cadena SER y a renglón seguido decidió cortarnos al resto el grifo informativo. A menudo he tenido la incómoda impresión de que el presidente del Valencia se ventilaba deprisa y corriendo a la Cadena COPE y reservaba el "solomillo" para la competencia. Ahí sí, ahí Ortí se expresaba con tranquilidad y sin miedo a que otros periodistas pudieran llamarle por teléfono. Empiezo a pensar que aquella sensación que tenía, y que comento ahora por primera vez, era cierta, puesto que el lunes, después de hablar en "El Larguero", Ortí impuso la ley del silencio a su consejo de administración... ¿Y qué consejo puede ser capaz de dar un adulto que deja que alguien le prohíba hablar con un periodista?
 
El caso es que Jaime Ortí decidió no hablar con aquellos medios de comunicación que tuvieran su "central" en Madrid (o algo así) hasta que se reconociera desde la capital de España que los árbitros estaban perjudicando al Valencia. ¿Y cómo puedo reconocer yo algo que es falso? Voy más allá, ¿cómo vamos a admitir una circunstancia en lo que no cree ni siquiera el mismísimo capitán valencianista, David Albelda? Hasta Pedro Cortés le ha dado un toque de atención a Jaime Ortí, un presidente excesivamente nervioso porque quizás sepa ya que le quedan dos telediarios al frente del club.
 
Observando la histérica reacción de Jaime Ortí, yendo su equipo primero de la Liga y habiendo obtenido una brillante clasificación para las semifinales de la Copa de la UEFA, el comportamiento de Florentino Pérez sería digno de pasar a formar parte de la Enciclopedia del "savoir faire" y los buenos modales. El presidente del Real Madrid vio cómo su equipo, llamado en principio a la conquista del dichoso "trébol", perdía en menos de un mes la final de Copa, caía en cuartos de final de la Champions y cedía el primer puesto de la Liga al Valencia. Lejos de echar balones fuera, Jorge Valdano miró hacia adentro y puso en cuestión el famoso modelo de Zidanes y Pavones. Es más, la misma prensa deportiva "nacional" de la que Ortí se queja tanto ahora fue durísima con la gestión del actual presidente merengue y a nadie se le ocurrió sacar a la calle la tijera del censor. Si lo que quiere Ortí son "periovalencianistas" es su problema. Esos mismos que hoy le ríen a mandíbula batiente la ocurrencia de la peluca, mañana le clavarán sin titubear el puñal por la espalda. Allá él. Por lo que a mi respecta, las tijeras siguen siendo para las uñas y los censores me continúan sonando al NO-DO.

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