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Federico Jiménez Losantos

Bush implora la ayuda del Gran Moratinos

Antoñita la Fantástica era un cartujo con estrictísimo voto de silencio al lado de Miguel Angel Moratinos, alias Curro. Después de contarnos que los Estados Unidos están encantados con la deserción española de Irak decidida súbitamente por Zapatero, nos comunica ahora que Colin Powell y Condolezza Rice, no sólo uno sino los dos, le han pedido que sea el “intermediario fundamental” en el conflicto palestino-israelí. Nada más natural que confiar la solución de ese pequeño problema que dura ya medio siglo a un político que ha mostrado tan evidente identificación con los valores, la política y los intereses norteamericanos como el grande, inconmensurable, enorme Moratinos. También es lógico que los Estados Unidos, el gran valedor de Israel, confíe en alguien que se ha caracterizado por una animadversión hacia el Estado judío sólo comparable a la admiración que tiene por su principal enemigo, el terrorista Arafat. Cómo logrará mediar nuestro Metternich entre su amigo el Mártir de Al Haqsa y su odiado Ariel Sharon, que no lo puede ni ver, es incógnita aún por despejar. Pero de creer a Moratinos, está claro que los USA van a poner todo su poderío militar y económico al servicio de su sabiduría y perspicacia. Es el fruto natural de la confianza que en sólo una semana ha sabido granjearse el Gran Curro. Ni el Niño Jesús entre los doctores de la Ley. Milagroso.
 
Hemos sido muy injustos comparando a Moratinos con Morán, aquel error de González que tantos pesares le costó y a quien tuvo que echar para sustituir por Paco Ordóñez, un proamericano de entretiempo pero de abrigo. Morán nunca se habría presentado como el hombre providencial en quien confía la mayor potencia de la Tierra para arreglar lo que ellos, torpes e inútiles, pero capaces de descubrir y honrar la superioridad del que la tiene, no saben siquiera encarrilar. Era sectario don Fernando, como todo izquierdista que se precie, pero nunca habría llegado a ponerse en evidencia con estas ínfulas de grandeza y este autobombo de paleto y para paletos. La política exterior española, en los pocos días que lleva mandando el PSOE, se mueve entre lo siniestro y lo ridículo, es decir, entre las decisiones y las declaraciones. Para los amigos del esperpento como género literario, el Gran Moratinos va a suponer una cantera inagotable de ocasiones de solaz y diversión. Para los que se toman en serio la política internacional, será un motivo de mortificación permanente. Lo único que como españoles podemos lamentar es que Moratinos no sea el ministro de Exteriores de Francia. ¿O sí lo es?
 

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