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Encarna Jiménez

Los premios más vistos

La Academia de la Televisión, un organismo que lleva a cabo una labor de edición notable y un papel discreto, por no decir nulo, en cuanto a su influencia en los avatares de la pequeña pantalla, presentó el viernes pasado la 6ª edición de la entrega de sus premios anuales. “La Primera” de TVE fue la encargada de retransmitir una gala con 23 premios desde el flamante Auditorium del Forum 2004 de Barcelona. Como era de esperar, ni el espectáculo, a la manera de la entrega de los Oscar o los Goya, fue estimulante, ni hubo sorpresa en los nominados y ganadores.
 
Ahora que está tan de moda echar mano de sabios, académicos y profesores, este organismo que tiene tan pretenciosa denominación tendrá que buscar su hueco, aunque sea para que hagan catedrático honorario de las 625 líneas a Ignacio Salas, su actual presidente, en el puesto que dejó Caffarel en la Universidad.
 
Los premios aportaron pocas novedades, casi todos eran a programas que se venían arrastrando de ediciones anteriores como “Cuéntame”, “Siete vidas” o el telediario de “La 2” de TVE. Fran Llorente, recién nombrado jefe de informativos de TVE, recogió un galardón que probablemente cierra el ciclo de premios que han estado recibiendo Lorenzo Milá y él mismo desde hace tiempo. Lo único destacable es que ya ha desaparecido el Gran Wyoming, tan pródigo de sí, y que Antonio Resines se ha convertido en el más popular de la ficción autóctona.
 
Las cadenas más favorecidas por la Academia fueron TVE, que siempre tiene algo presentable como “El conciertazo” de Fernando Argenta, Telemadrid, en el que todavía acudió la defenestrada Lorena Verdún, experta en sexo con explicaciones, Canal Plus y Telecinco. Antena 3 no parece que dejara huella con sus producciones.
 
Después de tres horas de ceremonia, lo que quedó claro es que todavía no hay quien haga unos guiones medianamente interesantes para este tipo de acontecimientos y que la industria de la televisión está dando cobijo a multitud de profesionales, pero sus propuestas son anodinas y con poca capacidad de innovación. El mejor ejemplo de esta situación es que la gala sustituyó en horario estelar al “Un, dos, tres”, momia que no ha podido ser reciclada.
 
Las inercias de la televisión nos hacen temer que el año que viene reeditaremos una vez más una celebración de la Academia que dejará constancia de la dificultad para premiar algo innovador. Tampoco se vislumbran síntomas de cambio en un organismo que no cesa de reincidir en el tópico. 

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