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Bofetada a la Guardia Civil

El nombramiento por el Gobierno Socialista de un general del Ejército del Aire como director general de la Guardia Civil supone un claro error político y una grave afrenta para los mandos de la Benemérita. La decisión contraviene además tanto el programa electoral con el que el PSOE concurrió a las pasadas elecciones como los compromisos contraídos por varios de sus máximos dirigentes.
 
La designación de un militar al frente de la Guardia Civil es, antes que nada, una vuelta al pasado. Es posible que el PSOE haya generado cierta sorpresa, pero más por lo inaudito de la decisión que por su novedad. La Guardia Civil fue tradicionalmente mandada por generales de las Fuerzas Armadas. Este sometimiento militar tuvo su máxima expresión durante el franquismo.
 
Volver a colocar a un militar como Director del Cuerpo es por tanto un error político. Es posible que con ello el PSOE haya querido no resucitar el caso Roldan, pero lo cierto es que al resolver el problema de esta manera, el Gobierno perderá control político sobre la fuerza de seguridad más importante de nuestro país. Un político permitía además aportar una visión más amplia y ambiciosa de modernización y transformación del Cuerpo. El balance de los últimos años ha demostrado cómo ese liderazgo político es imprescindible para adaptar la Guardia Civil a las nuevas demandas y los nuevos desafíos de la seguridad.
 
La decisión constituye además una afrenta para la cadena de mando de la Guardia Civil. Así, la elección de un aviador denota una importante falta de confianza en sus propios generales, cuya exclusión del puesto sólo puede interpretarse como que el Gobierno no se fía de ellos, porque en buena lógica, si la decisión es nombrar un militar, nadie puede tener un mayor conocimiento de la Institución y una mayor especialización profesional que sus propios altos mandos. Los guardias de base tampoco habrán entendido muy bien un gesto que apunta a una preponderancia de la naturaleza militar de la Institución sobre su función eminentemente policial.
 
Todo esto se comprende aún peor con el antecedente de un programa electoral que defendía un mando único para Policía y Guardia Civil como gran aportación a la seguridad y con afirmaciones, como la realizada por Jesús Caldera en la precampaña, de que el PSOE llevaría a cabo la progresiva desmilitarización del Cuerpo. Parece que la máxima del Gobierno socialista en estos primeros días de mandato fuera la de hacer justo lo contrario de lo que se había comprometido.
 
Es posible que el extraño nombramiento de un general del Aire sea una maniobra del ministro de Defensa. En su afán de "mancheguizar" nuestra Defensa parece que el nuevo director tendría como mejor credencial haber mandado la Base de Albacete y haber compartido algún “sarao” con el omnipresente Presidente de la Mancha. Si esta es la razón, mal para la Guardia Civil, cuya vinculación a Interior es la realmente esencial en el desempeño de sus funciones y mal para nuestra Defensa que seguiría teniendo como único criterio para ocupar puestos de responsabilidad la obediencia ciega y la adhesión inquebrantable al “Jefe”.
 
Pero la conclusión final que puede extraerse del hecho de nombrar a un político de confianza como Director de la Policía Nacional y a un desconocido aviador en la Guardia Civil es que el nuevo Gobierno va a potenciar la labor y las capacidades del CNP en detrimento de la Guardia Civil. Así, puede iniciarse una estrategia de unificación por simple inanición de la Benemérita.
 
GEES: Grupo de Estudios Estratégicos. 

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