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Francisco Cabrillo

El golpe de Estado de Milton Friedman

Afirmaba Gary Becker con motivo de uno de los numerosos homenajes que se tributaron a Milton Friedman con motivo de su noventa cumpleaños, que el antiguo catedrático de la Universidad de Chicago ha sido el economista más importante e influyente del siglo XX. Defensor convencido de la libertad económica y duro crítico de la regulación estatal, nuestro economista es una de esas personas que suelen desatar la ira de los socialistas, de izquierdas y de derechas. Y esto le ha sucedido muchas veces a lo largo de su vida.
 
Al referirse a la vida y la obra de Milton Friedman habría que destacar en primer lugar, que es un hombre de origen muy humilde. Nacido en Nueva York el año 1912 en el seno de una familia pobre de inmigrantes tuvo que trabajar desde muy joven para pagarse los estudios. Tras estudiar en la universidad de Rutgers, se trasladó en 1933 a la de Chicago, centro con el que, mantendría, una larga relación personal y académica tan estrecha que para mucha gente hablar de la Escuela de Chicago es casi equivalente a hablar de Milton Friedman.
 
En la década de 1960, años de triunfo casi absoluto de la teoría keynesiana, fue Friedman una figura crítica del pensamiento dominante que se opuso al crecimiento del gasto público y a dar mayores grados de discrecionalidad a los gobernantes en la gestión de la política económica. Argumentaba, por el contrario, a favor del establecimiento de reglas que impidieran que los políticos pudieran adoptar decisiones para dirigir la evolución del ciclo económico que, alta probabilidad, producirían efectos perjudiciales. Tras muchos años de defender estas ideas casi en solitario, los hechos le dieron la razón y sus argumentos empezaron a ser ampliamente aceptados en la década de 1970, mientras se abandonaban las ideas keynesianas.
 
Nuestro economista se convirtió entonces en un personaje muy conocido, que alternaba su trabajo estrictamente académico con sus artículos en la prensa, sus programas de televisión y sus frecuentes debates en los medios de comunicación. Friedman –y buena parte de los economistas formados en la Universidad de Chicago– pasaron a convertirse en las bestias negras de estatistas e intervencionistas de todo tipo. Y nuestro personaje fue culpado de buena parte de las desgracias ocurrían en la economía mundial. La acusación más conocida se basó en su supuesta colaboración con el gobierno de Pinochet en Chile. Como es bien sabido, el año 1973 un golpe de estado derribó al gobierno de Allende y dio paso a una dictadura militar. La economía chilena se encontraba entonces en una situación desastrosa, al borde la hiperinflación y con buena parte de la actividad productiva paralizada.
 
Varios economistas chilenos jóvenes, que habían estudiado en los Estados Unidos –algunos en la universidad de Chicago– pasaron a desempeñar cargos de responsabilidad en el gobierno de la nación. Y el propio Friedman fue consultado sobre posibles medidas de reforma que sacaran a la economía chilena de su marasmo. Y aceptó, abriendo así una línea de ataque a su persona y a sus ideas que duraría muchos años. A pesar de que los resultados obtenidos por las reformas fueron excelentes, mucha gente no le perdonó nunca su intervención y pasó a acusarle poco menos que de haber intervenido personalmente en el golpe de estado. De poco le valió a Friedman repetir una y otra vez que también había viajado a China, otro país con un gobierno dictatorial, y había dado a sus dirigentes los mismos consejos que a los políticos chilenos, sin que, curiosamente, nadie le reprochara tal asesoramiento.
 
Al final, tuvo que aceptar, con resignación y una cierta ironía al mismo tiempo, tan absurdos reproches. Sólo le faltó ser nombrado “golpista honorario”.
 

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