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Agapito Maestre

Crítica resentida

La crítica es la esencia de la democracia. Gobierno y Oposición siempre serán objetivos prioritarios de quien se dedica a analizar la política institucional, dicho sin matices, la política. Sin embargo, noto que en España, quizá sea una de nuestras más crueles características, los críticos tienden a ser más exigentes con la Oposición que con el Gobierno. Es como si el “crítico”, diría un castizo, tuviera miedos o reparos ante el poderoso. Lo cierto es que en este país el personal de los medios de comunicación, sospecho que también la “sociedad”, tiende a exagerar los defectos del vencido, de la Oposición, y a ocultar la tarea del Gobierno. Este país resulta extraño para el resto de los europeos. El otro día, entre el asombro y la perplejidad, un colega francés me comentaba que nadie en su sano juicio periodístico podría imaginar que la mayoría de la prensa francesa, después de la derrota de Jospin y el Partido Socialista, hablase más allá de una semana de las maldades de Jospin.
 
Lo normal, lo prudente en una democracia estable, es que el crítico se centre antes en el análisis de las decisiones del Gobierno actual que en los males que, quizá anteriormente, hubiera causado la Oposición. En España, sin embargo, sucede todo lo contrario. Aquí nuestros “finos” analistas no sólo dedican más tiempo y concentración al desprestigio de la Oposición que al análisis del Gobierno, sino que su único objetivo es “contar”, o construir batallas, generalmente de carácter privado sobre los vicios que han llevado a un determinado partido a la derrota electoral. Este tipo de “análisis” forma ya parte hace de un tratado sobre la patología periodística europea. Nuestros vecinos lo saben, pero lo silencian por educación. Acaso, por eso, mi amigo francés simulaba asombro ante nuestra incultura democrática.
 
Incultura, sí, muestra quien no sólo no ha dejado de criticar a nuestro Jospin, es decir, Rajoy que ha sido el candidato perdedor, olvidándose de Chirac, o sea nuestro Rodríguez Zapatero, sino que sigue criticando a alguien que ni siquiera ha sido candidato. La cosa se las trae. Casi me atrevería a decir que es de psiquiatra. Es conveniente, pues, recordarle a estos “incultos”, a veces también trincones, que Aznar no se ha presentado a las elecciones generales; por lo tanto, por favor, cuando quieran criticar al PP, fíjense en Rajoy, que es el representante de la Oposición, antes que en el antiguo presidente de Gobierno. Y, sobre todo, hagan el esfuerzo de contestar la siguiente cuestión, que quizá merezca la pena ser legada a sus hijos: ¿Por qué esa obsesión, casi totalitaria, de la prensa española, incluida la de algunos sectores afines al PP, de acabar con la Oposición antes que criticar las medidas adoptadas por el Gobierno? ¿Por qué ese resentimiento tan extendido a criticar antes a la Oposición que al Gobierno?
 
Yo no tengo respuestas precisas, pero me gustaría sólo mencionar una intuición, que pudiera abrirnos el camino para hallar una explicación coherente. La falta de moralidad en muchos periodistas, por ejemplo, les impide distinguir con precisión lo que pertenece al ámbito de lo privado y aquello que es genuinamente público. En fin, prefiero no extenderme sobre esta intuición porque me llevaría a la depresión. Sin embargo, no puedo callar que esta obsesión de la prensa española por “machacar” a la Oposición pudiera obedecer a una concepción de la política tan garbancera y tosca como inmoral. A nuestros “críticos” sólo les preocupa apuntarse al caballo del ganador para recibir alguna prebenda o caricia, en forma pecuniaria, del poderoso.
 
¡Ah, y luego están los otros, quienes creen que ejerciendo una crítica acerada sobre el PP, pueden despertarlo de su “sueño dogmático” y de sus fracasos. De este grupo de “analistas” hablaré otro día. La cosa exige espacio y mucha matización, pues no es lo mismo quien brama y descalifica por despecho, porque esperaba algo que la derrota hace inviable, y quien critica para estimular las neuronas del perdedor. En cualquier caso, es menester pasar página del “que mal lo han hecho” y “han perdido por los 200 muertos”, o sea de lo que todos sabemos, a la crítica seria y fundamentada sobre las medidas que ya ha tomado este Gobierno. En Alemania la critica se centra en Schröder; en Francia, en Chirac, y así en el resto del universo político civilizado... Entonces, ¿por qué en España el tema prioritario de la crítica es la descalificación “inmoral” de Aznar?

En España

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