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Al más puro estilo de las películas del Oeste, Microsoft ofreció hace unos meses recompensas por información que pudiera llevar a la detención de creadores de virus. Con el virus Sasser, que provocó estragos la semana pasada, la medida ha funcionado a la perfección. Ya ha sido detenido el autor, un chico de 18 años con demasiado tiempo libre y muy poco respeto por la propiedad, gracias a los chivatazos alentados por la compañía.
 
Sin embargo parece que, por el momento, el Estado Alemán será benevolente y no se espera que el chico ingrese en la cárcel, sino que se le castigará a realizar trabajos sociales. Con todos mis respetos por la justicia alemana, es esencial que estos delincuentes cumplan prisión. El castigo no sólo debe estar en proporción a la pena, sino que debe servir de ejemplo para evitar que otros lo intenten. Si esto no se cumple, casi más vale proscribir el sistema penal y conformarnos con demandas civiles, que parece ser el camino por el que quizá el tal Sven J. reciba su merecido. Estas "bromitas juveniles" cuestan millones a las empresas, paralizan servicios públicos y hacen perder horas de trabajo a infinidad de personas. ¿No merece eso algo de cárcel, aunque sea poquito?
 
El creador del virus Melissa estuvo 20 meses en prisión. Algunos estados han legislado penas de hasta 7 años de cárcel por propagar un virus. Por eso ahora los virus se crean en su mayoría fuera de las fronteras de Estados Unidos. Quizá debiéramos seguir sus pasos.

Daniel Rodríguez Herrera es editor de Programación en castellano.

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