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Hoy. Titular de portada en el principal diario económico del país: “El Gobierno planea subir el salario mínimo a 500 euros”. Gran satisfacción en todos los medios progresistas por ese avance social. Cuarenta euros más en los bolsillos de 600.000 trabajadores. En el mismo periódico, notita marginal en una esquina de la página 29: “Montilla frenará la liberalización de los horarios comerciales”. Gran satisfacción en el oligopolio de las superficies de distribución comercial. Cientos de euros menos en los bolsillos de cuarenta millones de españoles, perceptores del SMI incluidos.
 
Hace un mes. Una dirigente francesa de ATTAC, de turismo en Barcelona con motivo del Fòrum, tiene una ocurrencia y se la cuenta a un reportero de La Vanguardia. “Hace falta un nuevo Plan Marshall para África”, le dice. Después se marcha (a París, no a África), pero el daño está hecho. Zapatero, ayer: “Hace falta un nuevo Plan Marshall, especialmente para África”. La secretaria de Estado de Cooperación, Leire Pajín, ya está trabajando en el asunto. Declaraciones que no hizo la publicista de ATTAC a La Vanguardia: En África se han puesto en marcha más de cincuenta planes Marshall, y quien quiera saber el destino de todo ese dinero que pregunte a los bancos suizos. En Zambia, por ejemplo, la renta por habitante no se ha movido ni un ápice tras haber entregado el Banco Mundial a su gobierno más de dos mil millones de dólares. Manifestaciones que tampoco ha hecho hoy Leire Pajín a Tele 5: Nunca podremos acabar con la pobreza si seguimos regalando millones a los gobiernos de los países subdesarrollados para que sean ellos quienes los administren. El tercermundismo militante no es una estrategia para el desarrollo, sino una fórmula para garantizar que se eternicen las subvenciones a las cleptocracias que impiden el desarrollo.
 
La semana pasada, el presidente del Gobierno: “Haremos todo lo posible para que el catalán, el gallego y el euskera sean lenguas oficiales también en Europa”. Irlanda, 1960: la isla de “los comedores de patatas”, todavía. Irlanda, hoy: el segundo Producto interior Bruto per capita más alto de toda la Unión Europea, sólo superado por el de Luxemburgo. Sin la apuesta por el inglés, la política económica más liberal de todos los países comunitarios no hubiese sido capaz por sí sola de obrar el milagro. ¿El gaélico? Han llegado a la conclusión de que prefieren la diglosia a las patatas.
 
Hace cuatro días, noticia de agencia: “La OCDE advierte de una caída fuerte y brutal a medio plazo de los precios de la vivienda en España”. Hace tres días: Solbes declara que no prevé una caída fuerte y brutal de los precios inmobiliarios. Hace dos días, en El Mundo: “Fue un error del traductor, la OCDE no quería decir fuerte y brutal”. Doctrina unánime de todos los institutos de análisis económico: la solución al problema radica en liberalizar el suelo. Doctrina de Solbes: no hay que liberalizar el suelo.
 
Veintisiete de abril. Caffarel, además de una “regeneración democrática, ética y cultural”, promete “abrir un camino sin retorno en RTVE”. Hoy, primer y único despido notorio en el Ente tras el cambio: ponen en la calle a la responsable de información económica del Telediario. Mañana, más.
 

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