Menú
Miguel Ángel Quintanilla Navarro

El PSOE y la euforia de Aznar

En su manifiesto sobre las próximas elecciones al Parlamento Europeo, el PSOE, cuyo lema de campaña es “Nos gusta Europa”, afirma que “las próximas elecciones del 13 de junio coincidirán con una nueva etapa de cambio en la Unión Europea, caracterizada por la culminación de dos procesos de extraordinaria relevancia: la ampliación a 10 nuevos miembros y la adopción de la primera Constitución Europea”. Afirma también que “en estos momentos, en buena medida gracias al retorno del socialismo y del europeísmo al Gobierno español, la Unión Europea está recuperando la dinámica que en su día supuso el Tratado de Maastricht y, con ello, culminando una unión política que completa el gran paso representado por el euro... Algunas fuerzas políticas han trabajado precisamente en la dirección contraria. El ejemplo más claro lo tuvimos en España.” 
 
La verdad es que el PSOE peca de inmodestia. Las elecciones no coincidirán con la culminación de los dos procesos mencionados. El primero, la ampliación, se produjo el pasado 1 de mayo, como efecto de los acuerdos alcanzados hace ya mucho tiempo, durante el Gobierno del PP. Lo segundo, la aprobación de la Constitución Europea, podría producirse un poco después de esas elecciones, pero ese texto no será, salvo muy limitadamente, obra de la negociación del Gobierno socialista, sino, igualmente, del Gobierno del PP. Hasta donde sabemos, parece que el PSOE, actuando correctamente, ha decidido abandonar su posición inicial y defender en lo posible los intereses nacionales de España en la negociación sobre la Constitución, imitando así al ex Presidente Aznar y al ex Presidente González, quien poco después de que entrara en vigor el Acta Única Europea amenazó con bloquear el presupuesto comunitario para 1988 si el Consejo Extraordinario de febrero del mismo año no aprobaba lo que se denominó “paquete Delors”, propuesta de financiación de las Comunidades  que preveía una dotación de fondos estructurales considerada irrenunciable por el Gobierno español. ¿Fue antieuropeísta aquella amenaza de bloqueo de la Comunidad o pretendía legítimamente defender el interés de España? Aznar no ha llegado a amenazar tan gravemente al conjunto de la Unión, sino que se ha limitado a pedir la aplicación de los tratados que ya han sido ratificados en el caso de que no se alcance un acuerdo satisfactorio para todos acerca de su reforma, algo que, por otra parte, parece rigurosamente imprescindible para no generar un vacío jurídico.
 
Sin embargo, el manifiesto del PSOE acierta al afirmar que  algunas fuerzas políticas han trabajado en dirección contraria a la culminación del proceso de unión económica y monetaria y del éxito de la reciente ampliación. No hay duda de que este es el caso del PSOE y de los gobiernos alemán y francés. Fue el PP quien hizo posible la participación de España en fase final de la Unión Económica y Monetaria, al revertir una situación económica heredada de los gobiernos del PSOE; y ha sido José María Aznar quien, junto a otros países y contra el criterio de los gobiernos alemán y francés, ha batallado por el mantenimiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que, como se sabe, forma parte de la política del euro. El manifiesto del PSOE, por el contrario, desprecia este pacto cuando afirma que “precisamos que el mercado único y el euro formen parte de un verdadero gobierno económico, y social”, deseo que parece prever una política contraria al estatuto de independencia del Banco Central Europeo y contraria a los principios que inspiraron el actual sistema monetario europeo, en la línea de lo que Francia y Alemania vienen sugiriendo.
 
Pero, además, la actitud de Francia y Alemania, apoyadas por el PSOE, defensoras del abandono del Tratado de Niza, lejos de favorecer el éxito de la ampliación que acabamos de vivir, ha originado incertidumbres tan profundas que es posible que ese proceso se encuentre con más dificultades que las inicialmente previstas. El principal objetivo del Tratado de Niza fue preparar la ampliación, y su abandono no la sirve sino que la dificulta. La actuación de Francia y de Alemania durante la Cumbre de Bruselas del pasado mes de diciembre no puede considerarse precisamente un modelo de europeísmo, y en este momento existen pocas dudas acerca de que el eje franco-alemán,  al que con entusiasmo se ha sumado nuestro Gobierno, es considerado de forma generalizada como uno de los principales obstáculos que debe enfrentar el proceso de integración europea. 
 
Cada vez que el PSOE afirma que le gusta Europa, sin quererlo y sin saberlo rinde homenaje al Gobierno de Aznar. Esa frase, “nos gusta Europa”, viene a ser como la de quien se sienta a la mesa a paladear el manjar que otro le ha preparado y servido.
 

En España

    0
    comentarios