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Carlos Semprún Maura

La venganza de don Mendo

Contemplando por televisión al gordo, feo y sudoroso Michael Moore, pavoneándose ante el escenario del Palacio del Festival de Cannes, con su trofeo en las manos, y declarando que Francia era lo mejor del mundo porque le habían otorgado la Palma de Oro y, al día siguiente, domingo, al presidente del jurado, Quentin Tarantino, nervioso, furibundo inclusive, debido a las críticas, declarar en el mismo o parecido escenario que era la mejor película presentada, que eso nada tenía de político, que a él no le interesa la política, sólo el cine, lo cual demuestra sencillamente que es un minusválido intelectual, que no sabe lo que es política, no sabe lo que es demagogia, no sabe lo que es propaganda, y probablemente ni siquiera sabe lo que es cine; pues bien, esas imágenes del naufragio de nuestra civilización me procuraron una malévola alegría.
 
El objeto del delito se titula: Fahrenheit 9/11 (en Europa hubiéramos puesto 11/9, pero bien sabido es que en los USA numeran al revés), y en ese “documental” nos enteramos de que la familia Ben Laden y la familia Bush se han aliado desde hace decenios para conquistar y repartirse el mundo. Cuidado, yo no estuve en Cannes, y no vi esa película, o ese bodrio, me baso únicamente en los comentarios entusiastas de los periodistas de izquierda, que dominan los medios estatales y bastantes más, y como la derecha chiraquiana, en temas antiyanquis, es aun más sectaria, el consenso resulta evidente. Pues bien, por lo visto, estas dos familias, los Bush y los Laden, prepararon juntas los atentados del 11/9 contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono, y si el cuarto avión-bomba no alcanzó la Casa Blanca, que era su objetivo, fue gracias al heroísmo de ciertos pasajeros, quienes, condenados a muerte por los terroristas, prefirieron morir por su país, y no morir para Alá, y lograron que su avión se estrellara en un descampado. De ello queda, o más bien quedaba, rastro en conversaciones telefónicas, uno de los pasajeros diciendo a su mujer: “¡Estos hijos de puta quieren lanzarnos contra la Casa Blanca! ¡No lo vamos a permitir!”. Y así fue, y se ha olvidado.
 
Este tipo de estafas es frecuente. Por ejemplo, se nos “demostró científicamente” que los hombres jamás pisaron la Luna, sólo un plató de televisión, y, en relación con los tremendos atentados del 11 de septiembre, salió un libro demostrando, también “científicamente”, que no existieron, que eran imágenes virtuales y que todo ello se resumía en un complot de la CIA. Ese libro se publicó en España y yo, desde luego, jamás estrecharía la mano de la responsable de esa edición, aunque eso me cierre más puertas de las que ya me están cerrando. Porque vamos a ver: ¿los destrozos, o los más de tres mil muertos, también son “virtuales”?
 
Este tipo de infundios y mentiras, como el más popular, según el cual Auschwitz jamás ha existido, proliferan por internet y algunos libros, pero jamás habían logrado alcanzar la palma de oro en Cannes. Pobre Francia, miserable venganza de don Mendo.
 

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