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EDITORIAL

El "talante" del que no sabe lo que quiere

Si Rajoy, ya en el Debate de Investidura y con la ironía que le caracteriza, advirtió a Zapatero que el “talante” había que conciliarlo con el “talento”, tras la entrevista que ambos dirigentes han mantenido este lunes, se ha constatado, no ya la falta de talento, si no la de la simple concreción de cara a lo que el presidente de Gobierno pretende reformar de la Constitución, de los Estatutos o de la financiación autonómica.
 
Como el secretario general del PP ha destacado con “sorpresa gallega”, no hay por parte del presidente del Gobierno "ni propuestas ni contenidos; no hay nada, estamos exactamente en la misma posición que tras el debate de investidura, sólo disposición a cambiar".
 
La verdad es que Rajoy no sólo ha querido —y logrado— coger a Zapatero con el pie cambiado en cuestiones de forma — la iniciativa de este entrevista ha sido del dirigente popular—, sino también en cuestiones de fondo: El líder de la oposición no se ha limitado a subrayar la falta de objetivos de la reforma por parte del Gobierno socialista, sino que ha adelantado el marco en el que el partido popular está dispuesto a negociar su imprescindible apoyo: Rajoy ha planteado cinco condiciones que debería cumplir cualquier reforma estatutaria: que tenga "perspectiva global"; que se realice "por consenso"; que cuente con el "doble acuerdo" de las Cortes y los Parlamentos autonómicos, y del Gobierno y la oposición; que preserve la solidaridad entre regiones, y que no introduzca "asimetrías".
 
Algunos podrán decir que estas condiciones vienen a ser simplemente las que establece nuestra Carta Magna para declarar constitucional cualquier reforma estatutaria. Pero objetar eso, sería olvidar que no es el PP, sino el Gobierno socialista, el que tiene la iniciativa de llevarlas a cabo y, por tanto, es el Gobierno el obligado a concretar para qué quiere el consenso del PP.
 
Sobre la reforma de la Constitución, Rajoy ha planteado que su partido "no tiene problemas" con que se incluyan los nombres de las Comunidades Autónomas, la referencia a la Constitución europea o los cambios sobre la sucesión de la Corona. Por contra, el PP considera que el Título VIII "no requiere ninguna reforma en el momento presente" y desconoce los cambios que se quieren introducir en el Senado.
 
Sobre el modelo de financiación autonómica, Rajoy ha planteado en esta misma línea que cualquier reforma que se quiera introducir debe ser acordada por el Consejo de Política Fiscal y Financiera "con el mismo grado de acuerdo" que el modelo vigente. Además, no debe "deteriorar" el equilibrio en las cuentas públicas del Estado, desatender las obligaciones del Estado, ni "disminuir la solidaridad interterritorial", y debe resolver "en paralelo" la financiación local.
 
Queda, pues, esperar a que el PSOE se aclare de una vez y nos diga qué pretende hacer. Y no nos referimos a ver cómo se ponen de acuerdo con sus socios independentistas de gobierno, sino también a las propias filas socialistas. Una victoria tan inesperada como la lograda por el PSOE tres días después del 11-M, puede encubrir las muchas discrepancias internas que ya se hicieron evidentes antes de las elecciones, pero solo temporalmente. Y si no, que se lo pregunten a Ibarra...

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