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Antonio López Campillo

Culpabilidad, mon amour

Es curioso, pero está probado que buena parte de los "intelectuales" europeos padecen de un cierto grado de culpabilidad frente a los países en vía de desarrollo. Todo lo anómalo que sucede allí, terrorismo (interno o exportado), revueltas, guerras civiles, hambrunas... de todo eso tiene la culpa Occidente con sus políticas de dominio. Esto se nota cuando los expertos universitarios en el tema del mundo musulmán comentan esas "anomalías". Según estos expertos es el interés estratégico y económico de los EE UU y del Mundo Occidental el que ha producido la "lectura exacerbada del Corán y es caldo de cultivo para la aparición de los islamistas radicales". Es frecuente entre los expertos y especialistas de todo tipo el que simplifiquen su interpretación y comprensión de áreas que son ajenas o paralelas a su tema de estudio.
 
La defensa de su especialidad conduce a que los estudiosos del Islam hagan declaraciones exculpatorias que, leídas en frío, se vuelven acusatorias. Dicen que la lectura exacerbada del Corán conduce a un extremismo mortífero, de lo que se deduce que algo habrá en el Corán que de pie a esas acciones. No es probable que una lectura incluso muy exacerbada de los Evangelios induzca a acciones terroristas de matanzas masivas, digo yo. Estos expertos dejan por los suelos al mundo musulmán, pues resulta que solo actúan por reacción (al mundo Occidental), es decir que no son autónomos.
 
En su deseo de exculpar a los sujetos de sus estudios, atacan declarando que los enemigos de sus amigos tienen los mismos defectos que se atribuyen a sus defendidos. De este modo esperan diluir la gravedad de las acusaciones, es decir: que si todos son malos, el ser malo es lo normal.
 
La verdad es que la realidad, toda realidad, encierra siempre puntos y aspectos poco agradables. Por eso al acicalar su tema de estudio, se miente algo, y decir la mitad de una verdad es mentir dos veces, como decía el otro.
 
Lo malo de sentirse culpable y tratar de ocultarlo es que hace perder prestigio.
 

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