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Alberto Acereda

Que no nos engañen

Si algo ha caracterizado a la izquierda gobernante en la España de la democracia es su idea de que la demagogia funciona. O sea, su convicción de que la ciudadanía electora piensa poco y sabe menos, que es como decir que es casi idiota. De la Vega se enfada porque Ashcroft y los norteamericanos están convencidos de que el 11-M alteró los resultados de las elecciones en España. Zapatero insiste en lo de que Irak no tiene nada que ver con el terrorismo ni con las armas de destrucción masiva. Y así, ministro tras ministro, todos genios y figuras. Solbes corrige a Borrell, Montilla reta a Solbes… Y entretanto, el CNI en Irak acaba desmantelado para incumplir otra promesa más: la de que España siga cooperando en la lucha internacional contra el terrorismo.
 
Ni el presidente ni la vicepresidenta aciertan. El uno y la otra niegan la realidad: las bombas de Atocha sí fueron detonantes para el cambio del voto de miles de españoles; Irak sí estuvo metido hasta el cuello favoreciendo el terrorismo internacional. Desde largo, existen informes que vinculan sin ningún género de duda al Irak de Saddam Husein con el terrorismo internacional, con Al Qaeda y con la posesión de armas de destrucción masiva. El dictador iraquí fue uno de los mayores terroristas de nuestro tiempo y el sarín hallado hace una semana en Irak confirma la existencia de esas armas que aunque todavía no se hayan encontrado en su totalidad, existieron. Si de lo que se trata es de mostrar los lazos de Irak con Al Qaeda, el gobierno norteamericano tiene desde hace tiempo esas pruebas. Otra cosa es que en la España de la izquierda se silencien o se oculten.
 
Los interesados pueden echar una ojeada al editorial que publica este jueves el Wall Street Journal y que confirma, fuera de toda duda, el enlace directo entre los cuerpos militares de Sadam Husein y el ataque terrorista del 11-S en Nueva York. Ahí aparece el nombre de Ahmed Hikmat Shakir, quien se reunió con miembros de Al-Qaeda en Kuala Lumpur para planificar tales ataques. Junto a este protegido de Sadam Husein estaban los terroristas Khalid al Midhar y Nawaz al Hamzi, o sea, los dos desalmados que estrellaron el avión de American Airlines contra el Pentágono. También asistió a esa reunión Ramzi bin al Shibh, encargado del operativo del 11-S, Tawfiz al Atash, estrecho colaborador de Osama ben Laden y cerebro del ataque al barco norteamericano USS Cole. Los informes demuestran que Shakir estuvo también relacionado con los ataques a las Torres Gemelas ya en 1993.
 
Pero hay más. Abu Musab al-Zarqawi, el degollador del vídeo de Nicholas Berg, luchó junto a los talibanes, fue herido y recibió asistencia médica en el Irak de Sadam Husein. Recuperado, entrenó a terroristas de Al-Qaeda, los del grupo Ansar al-Islam, en los campos de entrenamiento criminal en el norte de Irak. Era ese el mismo grupo asesino que recibía armas y dinero del gobierno iraquí de Sadam Husein, según la confesión de Abdul Rahman al–Shamari. Este último sirvió en la Mukhabarat, la policía secreta de Sadam Husein, entre 1997 y 2002, y trabajó para el contacto de Irak con Al-Qaeda. Hoy está ya encarcelado. Según el misma editorial del Wall Street Journal, las fuerzas de la coalición han encontrado en estos días millones de documentos que una vez traducidos mostrarán todavía más lazos del Sadam Husein con Al-Qaeda y el terrorismo.
 
 

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