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Lo ha vuelto a hacer. En diciembre de 2002, Rodríguez Zapatero estuvo en Vigo y dio a entender que el gobierno autonómico no había sido elegido en las urnas. Podía haber sido un gazapo, un resbalón verbal comprensible teniendo en cuenta la cantidad de demagogia que se vertía entonces sobre el chapapote. Pero el sábado pasado, en un mitin en la ciudad, el ahora presidente del gobierno insinuó que en Galicia todavía no rigen los principios de la democracia.
 
En aquel diciembre, en una entrevista con el Faro de Vigo (22-12-02), decía Zapatero a propósito de un posible cambio de voto en las municipales de 2003: “Yo pienso que sí (lo habrá), porque la gente tiene algo que se llama sentido común y éste pone de manifiesto que Galicia necesita un gobierno que surja de las urnas y que tenga futuro (…) El de ahora es un gobierno del pasado, no es útil y por eso digo que Fraga (…) debía hacer esa reflexión”.
 
El “gobierno del pasado” había sido elegido en unas elecciones un año antes. Pero el tiempo político, evidentemente, no puede medirse de un modo tan pedestre. El Prestige había hecho pasar lustros por encima del gobierno de Fraga, tantos que hasta las urnas de las que salió se le borraron de la memoria a ZP. Se ve que hay acontecimientos que tienen el poder de trastocarlo todo, mientras que otros, como el atentado del 11-M, no cambian nada, y menos las promesas electorales a las que se les puede sacar un chorrito de votos.
 
Ahora, el sábado, en el mitin de rigor, Rodríguez dijo: “Toca ya el cambio en Galicia” para que ésta “se levante y construya su porvenir desde principios y afirmaciones democráticas”. Preocupante ese “toca”, que era una forma verbal muy cara al anterior inquilino de la Moncloa, pero lo grave es la idea que transmite el presidente de la realidad gallega: postración y falta de democracia. Ahí es nada. Y nosotros sin enterarnos, pensando incluso que donde más amenazada estaba la democracia en España era en el País Vasco…
 
No merecería la pena tomarse en serio las tonterías dichas en mítines y en entrevistas, si no fuera porque estos vertidos verbales son brotes de una ficción cultivada durante años por los dirigentes de la izquierda: que la derecha española es eternamente franquista y que sólo la izquierda posee aquí la exclusiva de la democracia. Quiere decirse que siempre que gobierna la derecha estaremos en peligro de involución, y que cuando gobierna el PSOE, haga lo que haga, incluso lo que hizo González, el sistema se fortalece. De paso, lo que se dice es que los votantes del PP, o son tontos o son fachas. Más en Galicia, donde se ha elegido en cuatro ocasiones al antiguo, y según la izquierda, no reformado franquista, Manuel Fraga. Cosas de la televisión, según parece.
 
Entre gazapo y gazapo, Zapatero no aclaró en Vigo si su gobierno hará las inversiones previstas en el Plan Galicia aprobado por el anterior para paliar los efectos del Prestige. No importa. El presidente se ha comprometido a venir a hablar con los “valientes marineros” y los otros ciudadanos. No se encerrará en la Torre de Hércules, sino que paseará por las calles, que ya no están tomadas por los manifestantes que aquel día aciago le arrojaron huevos en Santiago. Lo suyo es hablar. Lo de gobernar debe de ser cosa de fachas.

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