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Carlos Semprún Maura

Omaha Beach

Yo siempre he manifestado cierta simpatía por Toni Blair, sus esfuerzos por renovar el viejo partido laborista, como por su postura en varios conflictos: Bosnia, Kosovo, pero también Afganistán y sobre todo Irak. Pero ahora, con motivo de las elecciones europeas, él y su gobierno se han puesto a desbarrar en relación con Turquía, considerando que es, fue y será el más europeo de los países, y Blair, como si se tratara de una evidencia, proclama que Europa será pluricultural, plurinacional, plurireligiosa, pluriempleo, y por lo tanto turca, y su ministro de Exteriores decía el otro día que Turquía ya era europea puesto que 15 millones de turcos trabajaban aquí.
 
Aparte de que esta cifra me parece exagerada, no es argumento. Millones de turcos trabajan en Europa, es cierto, pero para muchos se trata de lograr una pelas, para volver a su país, y comprarse un comercio, unas tierras, o una casa. Lo mismo puede decirse de millones de marroquíes, argelinos, o tunecinos, sin que nadie proclame que esos países son, han sido y serán miembros de la UE. El problema sigue siendo el mismo, y sigue sin solución: ¿Qué es Europa para los europeos? ¿Qué Europa desean sus ciudadanos? La polémica, bastante esotérica, en torno a las “raíces cristianas” de Europa, demuestra la confusión total.
 
Estamos en vísperas de las ceremonias para conmemorar el 60 aniversario del desembarco aliado en Normandía, en Junio de 1944, y yo que viví ese magno acontecimiento, desde los arrabales de París (los viejos somos así, curiosamente, vivimos muchos años), tengo un recuerdo que no coincide del todo con las declaraciones actuales. Para nosotros fue la Liberación, y punto. Otro que por primera vez este año, y no será porque se trata del 60 aniversario, como si fuera más importante que el 50, que cunde el pánico de un atentado terrorista. Aunque no se diga, eso demuestra que la situación mundial ha cambiado, y que el terrorismo es el convidado de piedra (más bien de goma-2) de todas estas ceremonias rituales, que a mí, lo confieso, me aburren.
 
También he notado que, en su fanático odio a Bush, muchos periodistas e intelectuales de izquierda franceses, temiendo de que el Presidente norteamericano puede sacar la menor tajada del heroísmo y de la victoria de las tropas yanquis en esa guerra, se autorizan a criticarlo todo: el desembarco estuvo mal preparado, hubo demasiadas víctimas civiles, fue un desastre, y en ciertos casos parece como si lamentaran la derrota del ejército nazi, o, de todas formas, que fueran esos malditos yanquis los principales, aunque no los únicos, artífices, de esa tremenda y magnífica victoria. Pura mierda progre. Todo esto se desarrolla en plena campaña europea, que no interesa a nadie, que resulta ser como un bingo en el que no vas a ganar nada, en la que sólo se comentan las posibilidades que podría tener (ganas no faltan) Lionel Jospin de volver a liderar el PS, en las Presidenciales de 2007, si ganaran la oposición de izquierdas, o la mayoría, o sea que de Europa, nada.

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