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EDITORIAL

Prensa, asesinatos y secuestros contra Bush

Un día antes de que el presidente de los Estados Unidos, George Bush, inicie una visita oficial a Italia, la cadena de televisión árabe Al-Yazira ha emitido un vídeo, remitido por un grupo terrorista, en el que se muestra a tres italianos secuestrados en Irak desde el trece de abril. Los rehenes son compañeros de Fabrizio Quattrocchi, asesinado ya por sus captores quienes ahora exigen manifestaciones contra la visita del presidente norteamericano como antes contra la presencia de tropas italianas en Irak.
 
Ya ven hasta qué punto los terroristas islámicos son conscientes de que la opinión pública occidental puede ser útil a su causa. Ya le hubiera gustado a ETA que el secuestro de Miguel Ángel Blanco hubiera servido para que las manifestaciones ciudadanas, en lugar de contra los terroristas, se hubieran dirigido contra la política de dispersión de presos del Gobierno. Ya pueden ustedes imaginarse cómo habrán “informado” los medios de comunicación sobre Irak, para que una importantísima parte de los ciudadanos haga un juicio de situación similar a la que hacen los terroristas.
 
El hecho es que lo que la inmensa mayoría de los medios de comunicación han manipulado tanto a los ciudadanos respecto al conflicto de Irak como lo puedan haber hecho, respecto del País Vasco, la prensa proetarra. No hay que extrañarse, pues, que de una barbaridad como la cometida en Madrid el 11- M o del secuestro de ciudadanos italianos salgan peor parados los representantes políticos de las víctimas que sus verdugos.
 
Lo que esos mayoritarios medios de comunicación no nos han explicado aun es por qué respaldan tan insistentemente ese objetivo de los terroristas como es la retirada de las tropas aliadas. Es verdad que el terror está todavía muy lejos de desaparecer en Irak, pero esto, en primer lugar, es responsabilidad de quienes lo practican, no de quienes, como los soldados aliados y los policías iraquíes, lo combaten. Ese terror no sólo existía antes, sino que ostentaba el poder en ese país hasta que los aliados derrocaron a Sadam. Si los terroristas siguen ahora matando en Irak, mataban antes en mucha mayor cantidad como impunes funcionarios del Estado. Ningún terrorista ha asesinado más extranjeros, pero sobre todo, más iraquíes que Sadam Hussein. Si este genocida, además, prestaba apoyo a todas las organizaciones terroristas islámicas que operaban en el extranjero, no hay que extrañarse de que todas ellas traten ahora de expulsar a los aliados e impedir que Irak caiga del lado de las democracias. Este último —y no otro— tiene por objetivo la presencia de las tropas aliadas, avalada, por cierto, desde hace ya tiempo, por resoluciones de la ONU.
 
Los norteamericanos —es verdad— tratan de asegurase en Irák un “régimen afín a sus intereses”, pero tan “afín” como lo es cualquier democracia. Bush ya se daría con un canto en los dientes y ordenaría encantado una inmediata retirada de tropas, si en Irak se estableciera un sistema de gobierno como el que impera en Francia, por citar sólo un ejemplo de país democrático poco sospechoso de americanismo.
 
Más que extrañase, de lo que sí cabe escandalizarse es por qué, entonces, la mayoría de los medios de comunicación occidentales colaboran tan descaradamente con los terroristas en ese objetivo que ninguna elección democrática en Irak ha respaldado todavía. Y la verdad es que los medios de comunicación lo hacen tanto cuanto más asesinan los terroristas. Y lo hacen aun cuando saben que los terroristas matan madrileños como secuestran italianos para que lo hagan todavía en mayor medida.
 
Sabemos que desde los tiempos de la antigua Grecia siempre hubo en la abierta y próspera Atenas quienes se manifestaban a favor de la estéril y liberticida Esparta. Pero nosotros presenciamos esto por primera vez, y no perdemos ni nuestra capacidad de asombro ni nuestra sensación de náusea.

En España

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