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Armando Añel

El referéndum que viene

Finalmente, el referéndum revocatorio contra Hugo Chávez es un hecho que sin embargo, a su debido momento, el gobernante venezolano volverá a torpedear. El reconocimiento gubernamental a las firmas ratificadas por la oposición llega a regañadientes y entrecomillado, cuando las restantes salidas ensayadas por el castrochavismo (incluyendo la de la desestabilización de Venezuela por medio de la violencia y el cuento chino de los paramilitares colombianos) se revelaron inviables. Claro que dicha inviabilidad tiene más de un responsable, ninguno de ellos residente en Miraflores.
 
Entre los principales responsables de la materialización del llamado a las urnas figuran tres actores fundamentales: el Centro Carter, la Organización de Estados Americanos (OEA) (organismos resumidos bajo el genérico rótulo de “observadores internacionales”) y la propia oposición venezolana, vertebrada alrededor de la sorprendente Coordinadora Democrática. La visión de conjunto de los grupos encabezados por el ex presidente norteamericano y César Gaviria, tanto como la astucia con que desconstruyeron los oscuros entramados interpuestos por el oficialismo, acabaron por convencer a Chávez de que no debía (aún) volcar el tablero. Una labor eficazmente complementada por la oposición, cuya perseverancia y serenidad merecen elogio.
 
Por añadidura, la decidida posición estadounidense ante la crisis (tardía, pero definitoria) se constituyó en el cuarto factor de peso a la hora de inclinar la balanza del lado de las urnas. A pesar de la manida retórica castrochavista, Washington continúa ejerciendo un papel disuasivo fundamental de cara a los cuasi solapados enemigos de la democracia, conscientes de que pierden más de lo que ganan desenmascarándose prematuramente. Cabe destacar no sólo las reconvenciones y/o preocupaciones publicitadas por la Casa Blanca, sino las advertencias del candidato demócrata John Kerry, entusiasta opositor de la emergente dictadura venezolana.
 
Pero la carrera de fondo del Referendo Revocatorio no se ha acabado, y ni siquiera acabará el próximo agosto. Antes, durante y después de que tenga lugar resurgirán numerosos impedimientos, cuya naturaleza, dimensiones y alcance resultan por ahora impredecibles. No obstante, pistas como la de la compañía de software Bizta Corp, a la que Miraflores encargara recientemente el diseño de las boletas para futuras elecciones y cuyo principal y precipitado accionista es el propio gobierno de Hugo Chávez, demuestran cuán lejos puede llegar el oficialismo en su afán por retener el poder.

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