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Álvaro Bardón

A medio camino

Para ser desarrollados y mejorar la distribución del ingreso nos falta mucho. No es cierto que en Chile estemos tan bien. Sólo hemos avanzado más que antes, pero no se ven el salto cualitativo ni políticas audaces, completamente ausentes en los discursos oficiales, caracterizados por el paternalismo y la desconfianza en los chilenos libres.
 
 Para ilustrar lo que nos hace falta, piense en reformas como las que siguen:
 
  • Eliminar todos los impuestos empobrecedores (contribuciones, herencia, aranceles, timbres, combustibles, bebidas), dejando sólo una tasa pareja en la renta y el IVA. Donde se ha hecho algo así, los ingresos de los gobiernos, lejos de reducirse, han subido.
  • Verdadero libre comercio con todos, sin aduanas, incluyendo autos y ropa usada, créditos y seguros, medicamentos y productos agropecuarios. Esto sirve más a los pobres que los acuerdos comerciales. De la dolarización, ni hablar.
  • Libertad de trabajo, salarial y de jornadas para alcanzar pleno empleo y que los pobres y jóvenes consigan trabajo.
  • Amplia libertad para dueñas de casa y adolescentes, sin tributar.
  • Libre emprendimiento de todo, con tres años sin inspectores ni papeleos de nada.
  • Los colegios públicos serán manejados con plena libertad por los apoderados y profesores, que elegirán un directorio que los administrará. Esto, más una suma oficial por alumno, mejorará los rendimientos escolares y la calidad. Lo mismo se haría con los académicos de las universidades estatales, para que sean autónomas de verdad.
  • Y adivine: ¿qué se podría hacer con los hospitales y consultorios? ¿Será necesario repetir que se debe eliminar toda inamovilidad, programas, textos y pruebas oficiales, acreditaciones pretenciosas y otras formas de dictadura educacional y cultural?
  • Se evaluarán, anualmente, todos los programas y organismos públicos, mirando los beneficios y costos efectivos, y cerrando los inútiles.
  • Carné de identidad, de chofer y pasaporte para toda la vida.
  • Inscripción electoral automática y libertad de sufragio.
  • Servicio militar voluntario y pagado.
  • Títulos de propiedad instantáneos y "gratuitos" a deudores de subsidio habitacional, indígenas, campesinos, herederos, etcétera.
  • Verdadera venta de activos ociosos por el Ministerio de Bienes Nacionales. Y las conocidas privatizaciones.
  • Eliminación de gastos reservados, de platas para ONG inútiles y de ministerios que están de más. Término del bloqueo estatal de tierras, islas, playas, bosques, aguas, regiones y sectores como el energético, taxis, el transporte colectivo, la salud, la educación, el crecimiento de las ciudades y el sistema previsional.
 
El problema de fondo es que el desarrollo no se "construye" por el Estado ni con leyes y regulaciones que encarecen y paralizan. El progreso, los cambios tecnológicos y la innovación los hacen las personas con su creatividad y emprendimiento, y no los burócratas, ni los fondos "de innovación e investigación", que van a terminar en otros bolsillos.
 
Hay que dar más recursos y libertad a las personas: algo sencillo, pero incomprendido por los políticos. Propuestas como las anteriores las consideran locuras y prefieren una cultura antiahorro, antiemprendimiento, antitrabajo, antifamilia, antilibertad y pro "Viva la Pepa", que es en lo que está terminando el socialismo.
 
© AIPE
 
Álvaro Bardón, profesor de economía, Universidad Finis Terrae, fue presidente del Banco Central de Chile.
 

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