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Encarna Jiménez

El despido de Chicho

Chicho Ibáñez Serrador ha dejado de trabajar para TVE, la cadena por la que él siempre apostó y en la que llevaba 43 años. A los pocos días de la muerte de su padre, Narciso Ibáñez Menta, con pocas explicaciones por parte de los nuevos directivos del Ente, su “Un, dos, tres, a leer esta vez” ha sido eliminado de la programación. Tan sólo queda un programa por emitir que no es el que él quería como despedida. Chicho se queja de la manera poco respetuosa con la que lo han despedido. Sin aviso, sin explicación y sin posibilidades de negociar un adiós algo más elegante al que tenía derecho por su historial en la cadena pública.
 
No hay que negar que esta nueva edición del “Un, dos, tres” no ha funcionado bien. Desde la segunda semana la venta de libros, en manos de Planeta, hizo aguas y no encajó con el concurso. Chicho no tenía nada que ver con la editorial ni su grupo mediático, pero ha pagado por un acuerdo que no ha beneficiado a nadie. Otros tropiezos, como las bromas sobre enanos, y un cierto sabor añejo que no cuajó a pesar de lo fácil que resulta en TVE explotar los aromas del pasado, le supuso un lastre difícil de superar. Sin embargo, parece razonable que, en vísperas de los cambios estacionales de la programación, tenían que haber sido un poco más delicados a la hora de quitárselo de encima.
 
Telecinco ha estado al quite y le ha ofrecido un par de proyectos que le pueden gustar, pero la abrupta salida de TVE ha sido una llamada de atención sobre las formas y los contenidos que la nueva dirección de TVE está adoptando. En esa casa de los líos, en menos de 10 días se han tenido que desayunar con que Telecinco ya le ha alcanzado en audiencia, que los telediarios también han sido superados por los de Antena 3, que el debate electoral a seis bandas conducido por Pedro Piqueras no ha cubierto las expectativas y que, en la última semana, no ha conseguido colocar un programa entre los 10 más vistos.
 
Chicho dice que han fallado los nombramientos en TVE, porque el PSOE tiene profesionales que lo pueden hacer mejor. Las intenciones de Caffarel pueden ser buenas, pero si las herramientas son malas y el personal poco cualificado y respetuoso, nos podemos encontrar con que TVE sea cara, inoperante y comience un descenso en la audiencia directamente proporcional al aumento de su deuda.
 
Cuando se están vendiendo como rosquillas las grabaciones de “Martes y trece” y florecen los recuerdos de la cadena pública, habrá que ver la herencia que deja la actual TVE que se desembaraza de profesionales que merecen, al menos, un adiós elegante y, probablemente, no esté atendiendo su obligación de tener un archivo digno.
 

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