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Amando de Miguel

Sobre el sexo de las palabras y de los ángeles

Son innúmeros los emilios (o emilias) que recibo sobre la cuestión del sexismo en el lenguaje. Se escriben a propósito del bodrio del ludibrio del manubrio que han compuesto los ediles (o edilas) de Alcázar de San Juan. Antonio Conde me da un precioso dato para demostrar que el manual (o pedal) alcazareño no es una excepción. Antes bien, es la consecuencia de una política deliberada del Gobierno de Castilla-La Mancha, dispuesto a alterar la estructura de la lengua castellana en aras de la igualdad de los sexos. Se conoce que es una forma de honrar la memoria del Quijote en el cuarto centenario de su publicación. La ley 16/2001 empieza así: “El Defensor o Defensora del Pueblo de Castilla-La Mancha…” Don Antonio, con muy buen juicio, advierte que “esa expresión es ridícula” al confundir la institución con la persona que pueda ocuparla. Aduce que la fiscalía es femenino, pero puede ser desempeñada por un fiscal masculino.
 
Don Antonio me señala el dato de que, como funcionario, tuvo que asistir a un curso sobre el lenguaje sexista, organizado por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Estaba claro que el tinglado se montaba para repartir unos dineros a los colectivos (o colectivas) feministas. Su experiencia es que no se trataba de eliminar el sesgo masculinista del lenguaje sino trocarlo en sesgo feminista. En definitiva, se refuerza lo que se condena: el sexismo en el lenguaje.
 
Anabel Almagro (Taipei, Taiwan) escribe: “Tras terminar la carrera de Ingeniero Agrónomo, descubrí que el título que obtuve fue de Ingeniera Agrónoma. Casi me dieron ganas de estudiar otra carrera para obtener un título menos ridículo”. Se pregunta si podría ser el de Ingeniera de Caminas, Canales y Puertas.
 
Luis Alfonso Rodríguez de Trío y Pérez interpreta el manual alcazareño como una expresión de la querencia de los políticos por la ingeniería social, por transformar la sociedad. Tiene razón. La pretensión de que los políticos nos digan cómo hay que hablar suele terminar en fracaso y en ridículo. No me resisto a dejar de transcribir el soneto o soneta que me envía José Aguilar Jurado (Fray Josepho). Deben conocerlo los lectores.
 
SONETA
 
Por el machismo atávico, al soneto
jamás se le ha dejado ser soneta;
pero hoy asume el reto este poeta
(la reta he de decir, mejor que el reto).
 
La reta asumo, pues. Como poeto
en mi vido me he visto en tal aprieta;
aunque si estoy en esta vericueta,
habré de resolver el papeleto.
 
Que no digan de mí que soy machisto:
rechazo tal injurio –¡ni de bromo!–
con estas bellas versas, mis retoñas.
 
Pondré toda la empeña como artisto
en extirpar las vicias del idiomo
¡y que nadie me venga ya con coñas!
 
 

Como una golondrina no hace verano, resulta que hay más “manuales no sexistas” para uso de funcionarios. Rafael Berrocal (Dos Hermanas, Sevilla) me envía un interesante trabajo de crítica al Manual del lenguaje administrativo no sexista del Ayuntamiento de Málaga. Solo una perla. En Málaga hay que decir “Asociación de Padres y Madres de Alumnos y Alumnas”. Pregunto: ¿qué hacemos con los niños y las niñas cuyos padres o madres son homosexuales?

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