Menú

Diploma al fracaso

La preocupación por el tratamiento de las desigualdades económicas regionales y sus contribuciones a la teoría del comercio internacional son los aspectos que ha destacado el jurado del Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2004 para conceder el galardón al economista estadounidense Paul Krugman, a quien también se le reconoce «su alta personalidad científica y social y la fecundidad de su obra investigadora».

Sin embargo, repasando su obra no encontramos ninguna línea de investigación “fecunda” que nos lleve a pensar que Paul Krugman sea ese economista “brillante e innovador” que ahora nos quieren vender. Más aún, en los países del Tercer Mundo, donde es más admirado, es también donde más daño han causado sus recetas económicas. Enemigo del libre mercado, de las bajadas de impuestos y promotor del intervencionismo económico, todo el populismo latinoamericano que hoy gobierna Latinoamérica ha aplaudido a este economista divulgador del pensamiento fósil al cual hoy la gran mayoría de las economías latinoamericanas le deben la ruina y el caos en el que se hayan inmersas.
 
"Uno tiene que simpatizar –dijo dos años atrás- con los líderes latinoamericanos que desean moderar el entusiasmo por los mercados libres con más esfuerzos para proteger a los trabajadores y a los pobres.  Argentina es una catástrofe. Tanto México como Brasil eran, pocos meses atrás, considerados historias exitosas, pero en ambos países el ingreso per cápita es hoy ligeramente más elevado que en 1980. Y debido a que la desigualdad se ha incrementado agudamente, la mayoría de la gente está probablemente peor que hace 20 años". ¡Así funcionan las ideas de Krugman cuando son aplicadas! Veamos como Krugman contribuyó a esta debacle.
 
En un artículo publicado en la revista Foreign Affairs en 1995 Krugman criticó al “consenso de Washington” y su convicción de que la virtud victoriana en política económica - mercados libres y moneda estable - es la clave para el desarrollo económico. “Liberalizar el comercio, privatizar empresas estatales, balancear el presupuesto, estabilizar el tipo de cambio y la propia voluntad han establecido los fundamentos para un despegue económico. Encuentre un país que haya hecho estas cosas, y seguramente tendrá allí altos retornos sobre sus inversiones”, ironizaba Krugman. Hasta que llegó la crisis mexicana en dónde Krugman creyó ver la confirmación de todos sus miedos. Lo que había sido una temporaria fuga de capitales a ojos de Krugman fue “el estrepitoso éxito inicial de las recetas recomendadas por el FMI, el Banco Mundial, y las comisiones de especialistas, banqueros de inversión políticamente sofisticados y ministros de finanzas mundiales que se reúnen en Washington”.
 
En otras palabras, Krugman nos acusaba de ver visiones y de haber sido excesivamente optimistas. Su punto era muy confuso ya que pensaba que las recomendaciones de la política del “consenso de Washington”, aún siendo correctas, “habían sido demasiado elogiadas”.
 
¿No habrá sido al revés? Porque en el preciso momento en que algunos países latinoamericanos despegaban económicamente con tibias reformas liberales, una legión de profesores de las más prestigiosas universidades norteamericanas desembarcó en sus costas con un mensaje apocalíptico y nutrido de terror que alertaba: dejen de liberalizar el mercado o lo van a pagar muy caro. Paul Krugman, Lester Thurow, Jeffrey Sachs y Joseph Stiglitz fueron los académicos responsables de demonizar los éxitos de los años noventa y de recomendar volver a políticas económicas dementes. Por eso podrían rubricar con sus firmas el paisaje devastador de muchas economías latinoamericanas en la actualidad.
 
Es hora de que se deje de premiar a quienes tienen el arte de engañar a la opinión pública con proclamascorrectas y que se los comience a juzgar por los magros resultados de sus propuestas. Porque, a este paso, si la Fundación Príncipe de Asturias sigue premiando a los referentes delpensamiento oficial–Lula, Habermas, Krugman- no es alocado pensar en el granjero destructor de McDonald’s, José Bové, como firme candidato para el año próximo. 

En Libre Mercado

    0
    comentarios