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EDITORIAL

El cainismo político, al estamento militar

No son muchas equivocaciones si las comparamos con las que con mucha mayor frecuencia cometen otros ministros, pero a Bono ya se le puede responsabilizar de tres errores de diferente gravedad en los escasos tres meses que lleva al frente del ministerio de Defensa: El primero y más grave ha sido la retirada de nuestras tropas de Irak, por mucho que esta gravísima deserción de nuestras fuerzas armadas en la lucha por la democracia en Oriente Próximo y contra el terrorismo islámico sea una histórica irresponsabilidad de Zapatero que a Bono le ha tocado lidiar como ministro.
 
El segundo error, menos trascendental pero totalmente achacable al nuevo responsable de Defensa, fue su esperpéntica decisión de condecorarse nada más acceder al cargo, para, días después, renunciar a la distinción que tanta polémica justificadamente despertó.
 
Finalmente, también es imputable al nuevo ministro el polémico relevo de la cúpula militar, donde el hasta ahora jefe del Estado Mayor del Ejército, Luis Alejandre no ha renunciado a despedirse denunciando “deslealtades, venganzas, mentiras y manipulaciones informativas”.
 
Aunque el ministro Bono haya querido negar la “relación directa” entre los nuevos nombramientos y la publicación del informe oficial sobre los errores de identificación de las víctimas del Yak-42, nadie más que el ministro es responsable de haber hecho coincidir ambas circunstancias.
 
Pero es que además, por mucho que el ministro haya querido corregir los agravios a última hora, el mensaje que se ha transmitido a la opinión pública es que quienes ocupaban el puente de mando tuvieron una responsabilidad en los errores cometidos tras el accidente en el que murieron 62 militares. Poco importa que la errada identificación de los cadáveres de nuestros compatriotas no fuera imputable a ninguna autoridad, ni política ni militar, española; pero ha sido tal el deseo de los socialistas de utilizar cualquier cosa contra el anterior gobierno del PP que no les ha importado salpicar también a los mandos militares en esta vergonzosa campaña política.
 
No sabríamos descifrar de la denuncia del teniente general Alejandre si a la instrumentalización política de no pocos familiares de las víctimas se le ha podido unir el oportunismo de algún miembro del estamento militar. Baste, sin embargo, recordar lo que han dicho los medios afines al PSOE y los nuevos medios informativos del Gobierno respecto al accidente del Yak-42 para darse cuenta de que no le faltaba razón al jefe de Estado Mayor saliente en cuanto a sus denuncias sobre “las mentiras y la manipulación informativa”.
 
Por otra parte, que la designación de los puestos de la jerarquía militar corresponda lógicamente al poder político no de se debe derivar como algo natural y lógico que los altos mandos militares tengan que ser sustituidos por el hecho de haberlo sido el anterior gobierno que los designó. Una cosa es la responsabilidad política del nombramiento y otra, muy distinta, el sectario deseo de politizar los mismos. Sin más razones de fondo aportadas por Bono y por el Gobierno para llevar a cabo el relevo de marras, ¿qué decir respecto a cuestiones de forma? ¿Qué justifica que el JEME relevado se tuviera que enterar de su cese por su segundo y sustituto, y no por el ministro de Defensa? ¿Es esto también una muestra del talante ZP al que se apunta ahora Bono?
 

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