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Amando de Miguel

Quien duda, sabe que duda

Jaime Lerner (de Tel Aviv, Israel) se plantea la duda de si se “duda de” o se “duda entre”. El verbo dudar admite las dos preposiciones y alguna más (en, sobre, etc.). Por ejemplo, “tengo mis dudas sobre si la capital de Israel es Tel Aviv o Jerusalén”. O mejor, “tengo dudas sobre si en el Infierno hay alguien”. Más dudoso es que con el verbo dudar se diga “dudo que” o “dudo de que”. En la parla pública actual se omite la preposición. A mí me chirría un poco esa ausencia. En caso de duda, lo que hago es evitar el verbo dudar. Es dudosa su utilidad, puesto que al dudar, ya se tiene una certeza. Es más, el verbo dudar suele conjugarse de modo irónico. El “no tengo la más mínima duda” equivale a insinuar que sí se tiene alguna.
 
Ramón Vilar de Escauriaza (La Coruña) se lamenta de que con frecuencia oye conjugar los verbos fregar o apretar como regulares. No lo son. Deben conjugarse de modo irregular, como el verbo cerrar. Lo correcto es decir “friega” o “aprieta”, en lugar de frega o apreta. Pero es una norma que solo resulta estricta para el lenguaje escrito. En el lenguaje oral somos más tolerantes. Así, decimos “no pongas los vasos en el fregaplatos” y la cosa queda hasta castiza. Ya sé que con estos comentarios me gano el título de “ecléctico”, con que me tachan algunos fieles lectores de esta seccioncilla. No me importa. Eclecticós en griego latinizado es “el que escoge”, en el sentido del que sabe escoger o elegir bien. No es, pues, una tacha. Un ecléctico es el que se decide por una opción matizada, no extremosa. Ningún tonto es ecléctico. Pero sigamos.
 
Una vieja duda de estos comentarios es el capricho de decir “el agua” en lugar de la agua, por mucho que “agua” sea femenino. Por eso mismo se debe decir “la misma agua”, porque la regla cacofónica solo rige para el artículo. Lo reitero porque algunos oyentes de la COPE (y no “de COPE”) me han reprochado que yo diga “la misma agua”, cuando “debe decirse el mismo agua”. Pues no, señor. Debe decirse “la misma agua” por la sencilla razón de que el agua siempre será del género femenino, no del género tonto. Sobre esto no hay dudas. Naturalmente, lo dicho vale para todos los sustantivos que empiezan por una vocal tónica (lleva acento, aunque no sea tilde) y sean del género femenino. Por ejemplo, “el arma”. Excepción: “La Haya”, capital de Holanda. Pero será mejor decir “corté el haya robusta”. Cabe una cierta ambigüedad con “el arte”. ¿Es el “arte sacro” o el “arte poética”? Pues valen las dos. Es decir, “arte” es tanto masculino como femenino. En plural es siempre “las artes”, femenino. Ya estamos con el eclecticismo. Yo qué culpa tengo si la realidad es tan ambivalente y algunas palabras tan ambiguas.
 
Juan Antonio Megías despotrica contra los que tararean el himno nacional español. Aduce que tiene una letra de José María Pemán. Tengo mis dudas de que esa letra horrible sea la oficial. ¿Cómo podemos decir seriamente lo de “¡guerra, guerra contra Lucifer!”? No, no tiene letra nuestro hermoso himno, y sería de desear que le pusieran una aceptable.
 
 

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