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EDITORIAL

La sospechosa ignorancia de la ministra de Cultura

Recordarán los lectores el notorio patinazo que se dio la ministra de Cultura, Carmen Calvo, cuando nada más acceder al cargo, anunció a bombo y platillo una rebaja del IVA para los libros y los discos. Un representante de la UE, en una sonrojante corrección a la ministra, tuvo que “recordarle” públicamente que este impuesto depende de la Unión Europea por lo que ningún gobierno puede unilateralmente llevar a cabo una modificación en el mismo. La medida ha quedado aparcada, pero está visto que hay quienes no están acostumbrados a tener que esperar para ver “qué hay de lo mío”.
 
No contenta con haber dejado en evidencia su desconocimiento sobre las competencias y la legislación fiscal con su abortada disposición respecto al IVA, la ministra nos ha salido ahora con un anuncio que, en su caso, deja en evidencia su ignorancia y desprecio por las más elementales lecciones de la teoría económica. Así, Calvo ha anunciado que el ministerio que preside pretende aplicar unos "criterios de excepcionalidad" en el sector editorial que supondrán el establecimiento de precios fijos para los libros. Para Calvo, "los libros no pueden estar en el mercado como si fueran zapatos, ni entrar en competición de precios".
 
En esa despectiva referencia al mundo de la producción y venta de los zapatos radica precisamente todo el desprecio de la ministra a todo cuanto parece ignorar. Precisamente, mala querencia se muestra al mundo de la cultura y de los libros si se le excluye de esa libertad y de la competencia que tanto podría beneficiarle en su conjunto, como en conjunto beneficia a la calidad y al precio de los zapatos. Aunque nosotros no tengamos nada contra los zapatos, un infalible medio para deteriorarlos sería precisamente esa fijación de precios que la ministra pretende aplicar a la venta de libros.
 
Los libros —como los zapatos— no son un producto homogéneo, como tampoco lo son los criterios valorativos de las personas que los escriben y los leen y de quienes los compran y los venden. Que la discrecionalidad de un tercero venga a fijar un precio del intercambio al margen de la voluntad de las partes, no sólo es una medida coactiva, es una distorsión de la realidad.
 
Aunque esta intromisión del Ministerio sería igualmente criticable en el caso de forzar los precios artificialmente a la baja, la referencia critica de la ministra “a la competencia en precios” parece delatar un deseo de fijarlos por encima del precio de muchos libros que ahora se venden en el mercado. La verdad es que esta medida que encarecería coactivamente la venta de los libros, vendría a contradecir ese deseo de hacerlos más accesibles y que, se supone, animaba a la ministra cuando se propuso rebajar el IVA sin tener competencias para ello.
 
Tanta ignorancia, finalmente, nos resulta sospechosa. ¿No tratará el Gobierno de beneficiar a determinados grupos editoriales con la disparatada excusa de “proteger” al mundo de la cultura? Como toda fijación de precios del Gobierno en el mercado, la mayoría pierde pero algunos ganan. Viendo la prisa que tiene el Ejecutivo en alterar el precio de las cosas, recordamos que Prisa fue la única empresa de nuestro país que cotizó al alza al conocerse la victoria del Partido Socialista. Por algo será. Lo que es un hecho es que Polanco no vende zapatos.

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