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Emilio J. González

Esperar y ver

¿Qué le pasa a la Bolsa española que no acaba de despegar de los 8.000 puntos ni tampoco los pierde? El Ibex 35 lleva desde mediados de mayo oscilando en torno a ese nivel, sin que las malas noticias le hayan hecho perderlo ni las buenas superarlo.
En las últimas semanas se han producido varias noticias adversas para los mercados que han provocado que los inversores sean cautos.
 
La subida de los tipos de interés en Estados Unidos ha acabado a ambos lados del Atlántico con el sentimiento de que los mercados viven en un mundo de dinero barato. Y aunque el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, ha dicho que los siguientes incrementos serán moderados, graduales y espaciados, mientras que los líderes económicos de la zona del euro y el propio Banco Central Europeo no ven motivos para endurecer la política monetaria al menos en lo que queda de año, a los mercados, que llevan todo el año instalados en el pesimismo en torno a los tipos, la noticia no les ha gustado demasiado y se han vuelto muy prudentes en torno a la renta variable, pero no tanto como para deshacer posiciones en masa y retornar a la seguridad de los bonos.
 
El precio del petróleo ha sido otro elemento que ha puesto nerviosos a muchos inversores. A pesar de que la OPEP se comprometió a incrementar su producción en medio millón de barriles diarios a partir del 1 de agosto, promesa que ha ratificado el pasado miércoles, los atentados contra algunas instalaciones petrolíferas en Oriente Medio han suscitado preocupación en los mercados internacionales del crudo, que ha vuelto a conocer episodios de subida cuando su cotización se había estabilizado en el entorno de los 35 dólares por barril.
 
Las fuertes subidas del crudo en los pasados meses han empezado a dejarse sentir en las tasas de inflación de los países industrializados, que empiezan a recoger en sus índices de precios de consumo el impacto del mayor coste de la energía. Con estos tres ingredientes, los mercados han empezado a anticipar una desaceleración del ritmo de recuperación económica, que los datos empiezan a confirmar, y de aumento de los beneficios empresariales. Para el segundo trimestre prevén buenos resultados, los que se están presentando ahora. Sin embargo, cuando los analistas ponen la vista un poco más allá en el tiempo, ya no ven tasas de crecimiento de los beneficios de dos dígitos, que son las que hacen subir la cotización de las acciones.
 
Este telón de fondo es el que ha frenado la escalada de las Bolsas mundiales y, por tanto, de la española, que se inició en marzo de 2003. Ahora la recuperación económica no se percibe tan intensa, ni se descuentan aumentos de los resultados empresariales tan importantes como los que se dieron en los trimestres anteriores, así es que los inversores se han mostrado cautos antes de aventurarse en nuevas subidas de los mercados de valores.
 
Con este panorama, habría muchas posibilidades de que las Bolsas corrigieran. Sin embargo, el Ibex 35 está aferrándose con todo lo que tiene al nivel de los 8.000 puntos y se resiste a caer. ¿Por qué? Porque a pesar de los cambios que se han producido en el escenario económico, la tendencia de fondo sigue siendo de continuación de la recuperación y de subida de los mercados de valores a medio y largo plazo. De hecho, en circunstancias como las actuales lo lógico hubiera sido que se hubiera producido una reestructuración de carteras de renta variable para volver a dar más peso a los valores refugio, como las eléctricas, o a las compañías que pagan los mayores dividendos. Sin embargo, en las últimas semanas se han visto ganancias, apoyadas con volumen de negocio, en los valores cíclicos, como las siderúrgicas. Es el exponente más claro de que la actitud de los inversores en estos momentos es la de esperar y ver y que siguen confiando en nuevos avances de la recuperación económica, aunque parecen esperar a que se materialicen para volver a comprar. Puede que sigamos así hasta octubre.

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