Los últimos datos sobre el sector exterior son mucho peores de lo que programó el desaparecido gobierno del PP, pero coinciden con lo que algunos esperábamos. En efecto, el cuadro macroeconómico que el PP había previsto para 2004 se cerraba con un crecimiento del PIB del 3%, lo que era posible porque se suponía que el sector exterior iba a ayudar a nuestra economía. A mí me parecía más realista un crecimiento del 2,5%, precisamente porque veía dificultades en el exterior. Problemas para exportar, porque la Unión Europea se recupera poco y nos compra poco en consecuencia y porque nuestros bienes y servicios han perdido competitividad, son demasiado caros en algunos casos. Y todo tipo de facilidades para importar productos que sustituyen a los que se hacen en España, quizá de no tan buena calidad en muchos casos, pero muy baratos.
Todas las crisis económicas de España, hasta donde recuerdo, aunque se gesten en el interior, se manifiestan en el exterior, porque hay un momento en que España es demasiado cara para todos los que se relacionan con nosotros. Los que sólo han visto ventajas en el euro mantienen ahora que la moneda común nos va a librar de las crisis económicas que se desaten en el sector exterior. Creo que se equivocan. El euro puede retrasar los efectos de la pérdida de competitividad pero, a partir de cierto punto, agrava la situación. Esa es la experiencia reciente de Portugal y la que está viviendo Italia en este momento.
El gobierno socialista no es responsable de este deterioro del sector exterior y, en este sentido, lo único que le ocurre es que confirma su condición de gafe para todo lo que tenga que ver con la economía. Pero sí es responsable de acelerar el proceso, al mentir respecto a la situación presupuestaria y al permitir el descontrol del gasto, lo que provoca un nuevo tipo de incertidumbre que hace unos meses no existía.