Pregunta de Alicia Castro, comisionada del PP, a Rubalcaba: “¿Fue usted quien filtró a la SER de forma malintencionada que había un suicida?” Respuesta de Rubalcaba: “No, y en ningún caso malintencionadamente”.
Si se tratara de un interrogatorio de película, Rubalcaba empalidecería o enrojecería, según las habilidades del actor, agacharía la cabeza, maldeciría su torpeza y, por fin, se derrumbaría sobre el asiento, con los hombros caídos y la sonrisa amarga del perdedor que acepta la catástrofe y las esposas. Y nosotros, espectadores, protestaríamos por la simpleza del guionista, recordaríamos al portero que se fue de boca ante Martínez Pujalte y nos diríamos que una trama de suspense no puede permitirse la concurrencia de personajes tan cortos.
Pero como Rubalcaba tiene fama de listo listísimo, su autoinculpación ha pasado desapercibida, y la prensa en general puede reflejar en sus crónicas el supuesto paseo triunfal de ese ser maquiavélico que se coordinaba, entre el 11 y el 14 de marzo, con Vera y con González.
“No, y en ningún caso malintencionadamente”. Yo no la maté, pero las puñaladas que le di fueron diez y no quince. Jamás estuve en Rusia, pero el encuentro no lo celebramos en la Plaza Roja sino en el hotel Moskva. No sé nada de ese maletín del que hablan, pero los billetes que contenía no eran de cien euros sino de veinte. Diantre, parece cine español.
“No, y en ningún caso malintencionadamente”. Yo no la maté, pero las puñaladas que le di fueron diez y no quince. Jamás estuve en Rusia, pero el encuentro no lo celebramos en la Plaza Roja sino en el hotel Moskva. No sé nada de ese maletín del que hablan, pero los billetes que contenía no eran de cien euros sino de veinte. Diantre, parece cine español.