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Rubén Loza Aguerrebere

Borges de entrecasa

Esta es una mirada diferente sobre Borges. Un Borges íntimo. No se tratad de uno de los tantos estudios (eruditos o no) sobre el escritor y su obra, textos que abundan en el mundo entero. Este libro singular, muestra al Borges cotidiano, no al intelectual, sino al hombre. Y con acierto se titula: “El señor Borges”. Son sus autores Epifanía Uveda de Robledo y el crítico argentino Alejandro Vaccaro.
 
Un paso atrás. Epifanía Uveda no es otra que Fanny, quien trabajara en casa de la familia de Borges desde 1950 (nació en Corrientes, en 1922) hasta que, para morir, el maestro literario se marchara a Ginebra. Quienes frecuentaron, o frecuentamos, a Borges, conocimos a esta señora, que, ciertamente, le conocía mejor que nadie. Personalmente, la recuerdo como una dama baja, gorda, muy amable; me dejaba solo con el escritor mientras ella cocinaba y le daba de comer al gato de Borges.
 
Cierta vez Borges me comentó que el señor Alfonzo (quien se suicidó), propietario de la librería “La Ciudad”, situada en la galería frente al departamento de Borges en calle Maipú, hablaba con Fanny en el único idioma que él desconocía: el guaraní. Y eso le inquietaba. Este detalle (no la anécdota que refiero) aparece en este libro. Como también amables menciones a una olvidada (por la historia oficial) amiga del escritor, Aneliesse von Lippen; fue ella, dicho de paso, quien me obsequiara el libro que el premio Nobel italiano, Eugenio Montale, le regalara en Milán a Borges, con una amable dedicatoria, anécdota sobre la cual un tiempo después diera lugar a un artículo que escribí para el suplemento del ABC de Madrid.
 
Entre los diversos temas que aquí se mencionan, está el (desgraciado) casamiento de Borges, con Elsa Atette Millán, de quien se divorciara poco después. Fue una relación triste. Y, ya que estamos refiriéndonos a la vida sentimental del escritor, digamos que Fanny no omite las confesiones que le hacía (especialmente cuando murió doña Leonor Acevedo de Borges, la madre), diciéndole: “estoy enamorado”. Se enamoró muchas veces. Y esas mujeres están en estas páginas. Así como otro casi escondido amor platónico borgiano por Viviana Aguilar, bonita mujer, mucho más joven que él, y al que puso punto final la secretaria (y futura esposa) María Kodama Schweizer. En verdad, que María Kodama no sale bien parada en este libro, como no lo ha quedado con familiares y estrechos amigos del ilustre escritor. Entre ellos, Adolfo Bioy Casares, a quienes prácticamente terminó separando.
 
Son interesantes ciertos detalles de la vida cotidiana del escritor ciego. Sus frugales comidas, la forma en que escogían la ropa, sus menús, sus amigos (se menciona, al fin, aquí, a Donald Yates, quien poco suele aparecer en otras biografías y fue su amigo y primer traductor), sus paseos, y, en fin, sus relaciones con otros escritores. Hay un Borges muy generoso, al que conocimos los que frecuentamos. Y está, naturalmente, el Borges de los juicios impiadosos y el bromista permanente. También, aquel hombre recogido que, cuando visitaba la tumba de su madre, se hincaba a rezar.
 
El libro resulta cálido y conmovedor; y es por demás meticuloso en cuanto al relato de la vida cotidiana de quien fuera, acaso, uno de los mayores escritores del siglo veinte.
 
* Epifanía Uveda y Alejandro Vaccaro,El señor Borges, Edhasa, Buenos Aires. 2004

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