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Amando de Miguel

Eufemismos para todos los gustos

Convocado está el premio al mejor eufemismo del año. Luis Jiménez aporta lo de soluciones habitacionales para no decir viviendas por la ministra del ramo. Así no se compromete a construirlas. De paso, don Luis se queja de que a los oyentes de la radio se les llama ahora escuchantes. Apuntado quedado. Bien es verdad que no es lo mismo oír que escuchar.
 
En el concurso debería entrar también el circunloquio más rebuscado. Por ejemplo, Isidro Gilabert se refiere a que ya no se dice de un individuo que es “gitano” sino de etnia gitana. Tiene razón del ridículo que hacemos con ese tipo de expresiones. Yo añadiría subsaharianos para no decir “negros”. Porque un blanco de Sudáfrica ¿sería también subsahariano? En realidad, la mayor parte de los europeos somos subboreales. El concurso de eufemismos y circunloquios ─lo que antes se llamaba superfetación─ está teniendo una gran acogida. José Vicente Alonso me proporciona este equivalente del vulgar “vino”, nada menos que “disolución hidroalcohólica comercial”.
 
Una forma de eufemismo y circunloquio a la vez es lo del escrúpulo para que el lenguaje no parezca machista hasta extremos ridículos. Javier Esteban (Mijas, Málaga) se refiere a las tradicionales apas, las asociaciones de padres de alumnos. Según la moda actual ahora se llama AMPA (asociaciones de madres y padres de alumnos). Siguiendo con esa lógica, don Javier sugiere que se llamen A. MM. PP. TT. TT. LL. AA. AA. Es decir, Asociaciones de Madres, Padres y Tutoras o Tutores Legales de Alumnas y Alumnos. Así ya no quedan restos de machismo. De momento, don Javier tiene muchos puntos para el premio.
 
El premio al eufemismo innecesario hay que dárselo este mes al que inventó lo de “violencia de género” para no tener que hablar de los crímenes dentro de la familia. Recibo dos comunicaciones de Javier Domínguez (Atenas, Grecia) y de Pelayo (Asturias). Los dos van en la misma dirección. Hay también una violencia por parte de la mujer hacia el hombre que consiste inicialmente en utilizar la ley para vengarse del ex en casos de divorcio. Lo peor es cuando se utilizan a los niños como arma en ese movimiento de venganza. Esa especie de injusto fraude de ley puede llegar a desatar represalias y al final la violencia física por parte del hombre. Tengo que añadir que me han llegado angustiosas llamadas telefónicas contándome el mismo drama. Mientras la ley sea de “violencia de género” (masculino), esas otras formas de violencia (femenina) quedarán impunes. Las palabras tienen consecuencias. Detrás de las palabras puede haber mucho sufrimiento.
 

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