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Internet, que forma parte del mundo, contiene también peligros, como todo. Uno de ellos, aunque menos habitual de lo que las teles nos quieren hacer creer, es su uso por parte de niños y adolescentes sin ningún tipo de supervisión paterna. Katherine Tarbox, a sus 14 años, contactó con un pedófilo que la engañó sobre su edad y logró quedar con ella. Años más tarde, escribió sobre su experiencia en un libro que se tituló katie.com. El problema es que ese dominio pertenecía a otra Katie desde hacía cuatro años. Desde entonces, la editorial Penguin lleva intentando hacerse donar el dominio, sin mucho éxito. El último movimiento de sus abogados ha sido insinuarle por teléfono a su legítima propietaria que las cosas "le irían mucho mejor" si se lo regala.
 
Lo cierto es que, aparte de molestar y amenazar, no pueden hacer mucho más. Los posibles derechos de marca que pudieran tener sobre el dominio son posteriores a su compra inicial y la corte federal de apelaciones norteamericana certificó que los dominios son propiedad privada y deben tratarse legalmente como tal, en su fallo sobre el caso de sex.com.
 
Kremen es un emprendedor conocido por su sitio web de contactos match.com, que registró en 1994 el dominio sex.com, para perderlo en 1995 de la noche a la mañana y sin ninguna explicación. Stephen Cohen, un pícaro recién salido de la cárcel por tratar de ocultar a los acreedores de una anciana los 200.000 dólares que ésta poseía haciéndose pasar por varios abogados y falsificando pruebas, había enviado una carta al registrador, Network Solutions. En ella asegura ser empleado de una empresa inexistente, propiedad de Kremen, y pedía que se le transfiriese el dominio por petición de éste. Se hizo inmediatamente, sin ni siquiera una llamada de teléfono al interesado.
 
Años más tarde, el Tribunal Supremo confirmó la sentencia que obligaba a Cohen a devolver el dominio y pagar 65 millones de dólares a su propietario original. Desgraciadamente, para aquel entonces ya había huido a México, aunque pudieron embargarle su mansión, en la que ahora vive Kremen. Por otro lado, tras la decisión de una corte de apelaciones federal que reconocía que las direcciones web son propiedad privada, Verisign, la nueva propietaria de Network Solutions, cerró un acuerdo de 15 millones por haber transferido el dominio sin permiso.
 
Es, por tanto, difícil que Penguin o Katherine Tarbox puedan conseguir ese dominio por la cara, siendo propiedad legal de Katie Jones. Ni siquiera han hecho una oferta. En España, claro, no tenemos esos problemas. Los dominios son graciosas concesiones administrativas y jamás podrás registrar legalmente daniel.es, por ejemplo. Claro que por eso tampoco nadie los compra.
 
Daniel Rodríguez Herreraes editor deProgramación en castellano.

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