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EDITORIAL

López Garrido, discípulo de Goebbels

El nuevo doberman del PSOE repite una y otra vez que Acebes mintió al informar sobre la masacre de marzo, para que así sea verdad oficial.

El gobierno de ZP ha dejado como portavoces autorizados de reserva a la concejala Jiménez y al submarino López Garrido. Si la primera dio muestras de su enorme capacidad dialogante y su extraordinaria fuerza política en el contencioso de Gibraltar, López Garrido ha mostrado aún mayor capacidad verbal que su compañera de partido atacando al PP durante todo lo que llevamos de agosto.
 
López Garrido, el reputado jurista que perpetró la chapucera y fracasada denuncia del PSOE en el caso Tamayo, cometió ayer un imperdonable desliz, según su propio baremo. Poco después de explotar las bombas en Santander y Gijón, adjudicó automáticamente la autoría a ETA para expresar las habituales condenas. Sin embargo, no deja de decir cada vez que le ponen un micrófono delante que Ángel Acebes es un mentiroso por haber hecho lo mismo el 11 de marzo.
 
El ex­-­comunista se ha encargado de poner en práctica una conocida estrategia de propaganda, enunciada por primera vez por Josef Goebbels, ministro de la Propaganda de Hitler. Aprovechando el descanso político estival –del presidente, pero sobre todo del PP–, repite una y otra vez que Acebes mintió al informar sobre la masacre de marzo, para que así sea verdad oficial. La táctica de la reiteración se enriquece si además, como hace López Garrido, se le otorga obviedad: "El pueblo español sabe que el PP mintió". La estrategia, marcada sin duda desde arriba, fue iniciada por José Bono y Alfonso Perales y la retomarán otros diputados socialistas durante las próximas semanas. El objetivo, que para que cuando se vuelva de vacaciones la idea esté marcada a fuego en la mente de los españoles, de modo que no se escandalicen con el cerrojazo y las conclusiones de la comisión.
 
El discípulo aventajado de las técnicas de propaganda nazi se ha cuidado además de imputar al rival sus propias culpas, para alejar sospechas de sí mismo. Es difícil no darse cuenta de esta táctica, aunque el PP parezca ignorar los insultos del nuevo doberman del PSOE. Sus portavoces insisten en pedir a los socialistas que se aclaren, cuando ellos tienen muy claro que lo que deben hacer es atacar al PP para tapar sus propios problemas. La derecha política debería hacer caso a la derecha social, y recordar que la mejor defensa es un buen ataque. Los mismos socialistas les han mostrado el camino.

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