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Daniel Pipes

Bautizar al enemigo

Resumir estos comentarios en una sola afirmación establece cómo Bush - y por extensión el gobierno norteamericano entero - ve al enemigo: una doctrina falsa de pureza islámica inspira una ideología totalitaria de poder y dominación.

George W. Bush declaró el otro día, en una admisión llamativa, que "realmente bautizamos mal la guerra contra el terror. Deberíamos haberla [llamado] la lucha contra los radicales ideológicos que no creen en sociedades libres y que pasa que utilizan el terror como arma para intentar sacudir la conciencia del mundo libre". Esta concesión importante sigue a las crecientes críticas contra el engañoso término "guerra contra el terror" (¿cómo puede alguien luchar contra una táctica?) y lo sustituye por el más preciso "guerra contra extremistas ideológicos". Con este cambio, la guerra de ideas puede comenzar.
 
¿Pero quiénes son exactamente esos extremistas ideológicos?. El paso siguiente es que Bush les dé un nombre. De hecho, ha hablado cándidamente desde el 11 de Septiembre acerca de su identidad en contadas ocasiones. Nada menos que en septiembre del 2001, se refirió al enemigo como "una forma límite de extremismo islámico" que intenta "matar a cristianos y judíos, matar a todos los norteamericanos, y no hace ninguna distinción entre militares y civiles, incluyendo mujeres y niños". Este extremismo islámico también es heredero de "todas las ideologías genocidas del siglo XX", incluyendo "el fascismo, y nazismo, y totalitarismo".
 
En enero del 2002, Bush fue aún más específico, agregando que el submundo terrorista incluye "grupos como Hamas, Hezboláh, la Jihad Islámica, [y] Jaish-i-Mohammed". En mayo del 2002, precisó que existe una "nueva amenaza totalitaria" cuyos partidarios "están definidos por sus odios: odian…  a judíos y cristianos y a todos los musulmanes que discrepan de ellos" (lo que implica que son musulmanes). Esos partidarios, observó, creen tener derecho a matar "en nombre de una falsa pureza religiosa".
 
Un año más tarde, en mayo del 2003, el presidente dio detalles de las metas de los islamistas, observando que "diecinueve hombres diabólicos - las fuerzas de choque de una ideología de odio - ofrecieron a América y al mundo civilizado un vistazo a sus ambiciones. Se imaginaban, en palabras de [Ramzi Binalshibh, el líder de Al-Qaeda acusado de dirigir la operación del 11 de Septiembre], que el 11 de Septiembre sería 'el principio del fin de América'".
 
Los actos terroristas de las últimas dos décadas, observó Bush en abril del 2004, son el trabajo de ideólogos políticos fanáticos que "buscan la tiranía en Oriente Medio y más allá. Buscan oprimir y perseguir a las mujeres. Buscan la muerte de judíos y cristianos, y de cada musulmán que prefiera la paz por encima del terror teocrático".
 
El mes pasado, por primera vez Bush utilizó la frase "militantes islámicos", quizá su referencia más explícita hasta este momento a la amenaza islamista, al decir que cerró la así denominada organización de caridad islámica Benevolence International Foundation, con sede en Illinois, que "encauza[ba] dinero a militantes islámicos".
 
Resumir estos comentarios en una sola afirmación establece cómo Bush - y por extensión el gobierno norteamericano entero - ve al enemigo: una doctrina falsa de pureza islámica inspira una ideología totalitaria de poder y dominación. En su crueldad homicida y ambición global, se asemeja a las ideologías nazi y comunista. Los radicales que defienden esta doctrina ven a América como el principal obstáculo para alcanzar sus metas. Para derrotar a América, buscan inicialmente la retirada de Washington del mundo exterior. En última instancia, esperan provocar el colapso de América tal como existe hoy. Para este fin, están preparados para asesinar a cualquier cifra de norteamericanos.
 
Esta es una aguda descripción del islamismo, de su mentalidad, métodos, y medios. También demuestra que Bush traza la distinción sutil entre la fe personal del Islam y la ideología política del islamismo (o del islam militante).
 
En esto, se alinea con lo que un buen número de líderes musulmanes - incluyendo hasta algunos saudíes - han dicho. Tras los actos de terrorismo en Riyad en mayo del 2003, el príncipe ministro del interior Naif atribuyó públicamente esta violencia a "la ideología" e "ideas fanáticas". Y si Naif - un islamista en persona - no atribuye el problema en última instancia a los actos de violencia, sino a las ideas tras ellos, seguramente los norteamericanos no pueden ser menos.
 
Bush ya se ha referido a que América tiene que hacer frente a esta tercera ideología totalitaria. Ahora debe bautizar a esa ideología. Espero que se rodee de un grupo de distinguidos musulmanes anti - islamistas, extranjeros y nacionales por igual, y que anuncie formalmente que América acepta la dirección en la guerra contra el islamismo.  Solamente con tal especificidad el mundo civilizado puede iniciar la trayectoria de la victoria sobre esta manifestación última del barbarismo.

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