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Cristina Losada

La confesión

López Garrido no quiere que se tome la molestia: "para llamar a declarar a ex-presidentes del Gobierno debe haber razones poderosísimas". El mayor atentado terrorista de nuestra historia, con 192 muertos, no figura entre ellas.

La educación estalinista deja sus huellas. Algunos han conseguido borrarlas, pero el dirigente socialista Diego López Garrido, no parece encontrarse en ese grupo. Tal vez, porque, que sepamos, nunca se hizo lo que le exige a Aznar: una autocrítica. Así que piensa, y por lo que dice, lo piensa su partido, que la comparecencia del ex presidente del Gobierno en la Comisión del 11-M, es "innecesaria", porque no está en una "posición autocrítica", sino "bastante convencido de lo que hizo".
 
Los que hemos conocido los entresijos de la izquierda sabemos que la famosa "autocrítica" era un instrumento coactivo para forzar al discrepante a plegar velas. O, como en los infames procesos que se registraron en la Unión Soviética y otros países bajo dictaduras comunistas, un procedimiento para que la víctima se declarara culpable, y luego fuera ejecutada sin que ello dejara mancha sobre la dirección del partido y del estado. Confesada la culpa, la víctima reconocía que su muerte era justa y su ejecución servía de escarmiento. Los que no confesaban, desaparecían.
 
Si entendemos bien a López Garrido, la única aportación interesante que podría hacer Aznar a la Comisión del 11-M, sería un reconocimiento de los errores que cometió. Una confesión de sus culpas para poder "colgarlo" limpiamente. De no estar dispuesto a ello, se puede quedar en casita, o en Georgetown, pues es "una persona fuera de la política que ya no ocupa ningún cargo público". Aznar dijo que quería comparecer, pero López Garrido no quiere que se tome la molestia: "para llamar a declarar a ex-presidentes del Gobierno debe haber razones poderosísimas". El mayor atentado terrorista de nuestra historia, con 192 muertos, no figura entre ellas.
 
Como el PSOE ya ha concluido que está claro que el PP mintió y que el pueblo español pronunció su veredicto al respecto en las urnas, no hay más que hablar del asunto. No merece la pena "escuchar más mentiras después de las horas que tuvimos que estar oyendo las de Ángel Acebes". Horas que se tomaron los comisionados para intentar pillar en algún renuncio al ex ministro del Interior. Es natural que Garrido no quiera perder más tiempo para no sacar a cambio ninguna nueva prueba de las mentiras del gobierno entonces.

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