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Juan Manuel Rodríguez

Sin excitación en el debut de Luis Aragonés

Quizá Luis Aragonés lo tenga más sencillo que sus antecesores porque, en el fondo, ya nadie espera absolutamente nada de la selección. Sólo cabe mejorar porque empeorar resulta imposible. No sueño con que España gane el Mundial.

El debut de Luis Aragonés como seleccionador nacional de fútbol no ha podido ser menos excitante, provocativo e ilusionante de lo que ha sido. El otro día, recordando sus tiempos de jugador, el míster decía que para él no existía un instante de mayor orgullo personal que cuando le llegaba la hora de vestir la camiseta de España; y para definirlo lo más gráficamente posible, lo explicaba de la siguiente guisa: "aquello me ponía los vellos de punta". Pues a mí, sinceramente, ni los vellos, ni nada de nada. Y seguro que al resto de aficionados que aguantaron estoicos ante el televisor lo único que les entró fueron unas enormes ganas de escaparse de puntillas.
 
El mensaje patriótico de Luis es modélico en la forma -como lo fueron antes también los de Clemente o Camacho- y tras escucharle te entran unas ganas locas de salir a la calle a cantar el himno nacional (después de inventarte la letra), pero en el fondo hubo más de lo mismo. E igual es ahí donde reside nuestro verdadero problema. El propio Luis señaló a la conclusión del amistoso ante Venezuela que "el fútbol es de los futbolistas"... Y la pregunta es la siguiente: ¿tenemos futbolistas de suficiente garantía para afrontar con posibilidades de éxito una competición de envergadura como la pasada Eurocopa o el próximo Mundial?... Yo creo sinceramente que no; o por lo menos no como para hacer ese papelón que siempre esperamos todos que nos caiga llovido del cielo, cuando de allí -como sucedió recientemente en Portugal- sólo nos caen rayos y truenos, y nos llueve más que cuando enterraron a Zafra.
 
Luis quizás lo tenga más sencillo que sus antecesores porque, en el fondo, ya nadie espera absolutamente nada de la selección española de fútbol. Sólo cabe mejorar porque empeorar resulta imposible. No sueño -aunque lo sostenga con unchauvinismoabsolutamente artificial- con que España gane el Mundial, ni siquiera con que logre la clasificación sin sufrimiento para los cuartos de final. Lo único que ya quiero a estas alturas de la película es que mi selección de fútbol juegue a algo, lo que sea, y que acabe cuanto antes nuestra desesperanza. Si Luis Aragonés lo consigue, tanto mejor. Lo que sí ha hecho el nuevo seleccionador es empezar muy fuerte (y yo creo que también profundamente equivocado) al dejar a Casillas en el banquillo, otorgándole a Cañizares la titularidad en la portería. Por cierto, seguimos esperando con expectación aquella "gran sentada" que nos propuso un buen día don Luis. Yo, por mi parte, ya me he comprado un gran sillón al más puro estilo Bond, James Bond. Ya saben, 007.

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