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Juan Manuel Rodríguez

La "sorpresa Woodgate"

es mucho más sencillo triunfar en Osasuna siendo un futbolista desconocido que hacerlo en el Real Madrid puesto que el nivel de exigencia que pueden tener en Pamplona es infinitamente menor

Tiene algo de razón Michel Salgado cuando dice eso de que los fichajes menos publicitados, los futbolistas más desconocidos, resultan en ocasiones los más rentables. Lo que pasa es que esa posibilidad se estrecha a medida que va creciendo la importancia, el historial y la trascendencia del club que se trate. Con esto quiero decir que, por ejemplo, es mucho más sencillo triunfar en Osasuna siendo un futbolista desconocido que hacerlo en el Real Madrid puesto que el nivel de exigencia que pueden tener en Pamplona es infinitamente menor.
 
Seguro que Aguirre se conforma con la permanencia en Primera División, mientras que a Camacho van a exigirle la Champions League y la Liga. De hecho, los clubes pequeños están abocados a sumergirse en el mercado futbolístico porque los "peces grandes", aquellos jugadores que cualquiera de nosotros contrataría con los ojos cerrados y la cartera llena de haber estado en el puesto de Jorge Valdano (y que a él, aún estándolo, acabo trayéndoselos Florentino Pérez) se van a los equipos con más poder económico e impacto mediático.
 
Michel, que es un tipo generoso, decía eso inmediatamente después de conocer la contratación del defensa central inglés Jonathan Woodgate (por cierto, otro que de niño soñaba con jugar en el estadio Santiago Bernabéu, qué enorme casualidad) por el Real Madrid. El nombre del ya ex jugador del Newcastle ha sorprendido a propios y extraños después de que se manejaran públicamente a lo largo de la última semana un montón de defensas reconocibles por todos los aficionados. Ojalá Woodgate marque, como elocuentemente señalaba Florentino Pérez, "páginas gloriosas" para el Real Madrid porque eso será bueno por extensión para todo el fútbol español, pero se me antoja un fichaje demasiado sorprendente (y para una posición estratégica y maldita) cuando el club blanco está ahora mismo -tras una temporada aciaga- más bien para pocas sorpresas.
 
Por otro lado me vino a la cabeza aquella famosa anécdota que cuentan de cuando Santiago Bernabéu se empeñó en que ficharan "al del bigote", cuando los técnicos del club habían ido a ver a otro jugador que nada tenía que ver con el anterior. El dueño de aquel bigote que impresionara tanto al presidente madridista no era otro que el gran Uli Stielike, uno de los extranjeros más queridos en la "casa blanca". Otro que también vino de puntillas fue Milan Jankovic, quien se hizo rápidamente acreedor de un puesto como titular indiscutible tras demostrar que tenía una extraordinaria visión del juego. Y seguramente el caso más sorprendente fuera el de Milinko Pantic, futbolista que andaba perdido en la Liga de chicle griega y por quien luchó a brazo partido Radomir Antic para que fuera contratado (y rescatado para el fútbol) por el Atlético de Madrid. Milinko fue, como todo el mundo conoce sobradamente, uno de aquellos fantásticos héroes del doblete rojiblanco, y es tan querido ahora como lo son Kiko Narváez o Diego Pablo Simeone.

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