Es difícil encontrar, incluso en la época de Fernando Morán, un episodio que muestre de forma tan dramática la íntima relación entre ideología izquierdista y memez diplomática como el del reproche de Moratinos al Gobierno de Irak por no respetar la "tregua olímpica". Hay que ser muy olvidadizo y un poquito majadero, porque Moratinos es amigo de Arafat, y sin duda conoce el respeto que el terrorismo islámico observa siempre y en todo lugar, pero especialmente cuando hay Olimpiadas. No hay más que recordar el atentado de las de Munich contra el equipo israelí en la Villa Olímpica. Aunque sólo fuera para que no lo recordáramos los demás, Moratinos tendría que haberse callado.
Pero es que, además, lo que esta haciendo el Gobierno de Irak, es decir, la entelequia legal sostenida a sangre y fuego por la coalición internacional de la que ha desertado España, es precisamente luchar contra el terrorismo chií, una de las variantes del fundamentalismo islámico, que, cuando llegan las olimpiadas, se caracteriza por no dejar competir a las mujeres, semidesnudas y pecadoras, algunas incluso depiladas. Horror.
Contra esos terroristas fundamentalistas islámicos que tratan de impedir las elecciones en Irak lucha la coalición internacional y el gobierno iraquí que la sostiene, pero claro, Moratinos, progre al fin, tenía que censurar a los occidentales que es la forma hipocritona y miserable que tiene la Izquierda de defender la basura totalitaria en todo tiempo y lugar.