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Lucrecio

¿Qué deuda está pagando?

No se nombra a alguien como Moratinos al frente de un ministerio así para hacer alta política. Sí, para negociar una rendición

Fue, primero, el nombramiento mismo. La faraónica incompetencia del diplomático – es un decir – Moratinos convertía su ascensión al ministerio de Exteriores en la mejor farsa política desde la desternillante Sopa de Ganso de Groucho Marx. Lo que vino luego, no hizo sino confirmar lo previsto. No se nombra a alguien como Moratinos al frente de un ministerio así para hacer alta política. Sí, para negociar una rendición. Con la única gente con la cual el tal presunto diplomático posee –o asegura poseer– una relación privilegiada: los terroristas de Arafat y, a través de su mediación, la dispersa galaxia multicéntrica del yihaddismo.
 
Todo se ha ido ajustando a esa plantilla de rendición pactada, desde la semana misma de la formación del gobierno de Rodríguez.
 
a) Las fuerzas militares españolas fueron retiradas de Irak, exactamente en los términos en que los asesinos del 11 de marzo lo habían exigido: inmediata e incondicionalmente; sin aguardar siquiera el plazo fijado por Rodríguez y los suyos durante la campaña electoral.
b) El inmediato viaje de Rodríguez al Marruecos del tirano Mohammed, por cuyos intereses en España tan fielmente se cuida el Padrino González, tuvo todos los atributos simbólicos de una pública ofrenda de lealtad a aquel a quien, como descendiente que es del Profeta, consideran nuestros socialistas eslabón clave para refrenar los impulsos asesinos de sus súbditos en España.
c) La cesión del Sahara a Marruecos, sin ni siquiera la mediación de un debate parlamentario, confirma tal sumisión y tiene todas las apariencias de un contrato de compra–venta, cuyos términos exactos son tan previsibles que ni siquiera parece necesario hacerlos públicos.
d) La aceptación de que los cavernícolas ulemas enseñen islamismo –esto es, entre otras cosas, privación de la plenitud ciudadana a las mujeres– en nuestros centros de enseñanza, con cargo a los presupuestos del Estado, da señal de hasta qué extremo de humillación pública y violación constitucional (la básica igualdad ante la ley) están dispuestos a despeñarse los socialistas españoles con tal de conseguir piedad de sus interlocutores musulmanes.
e) La guinda, por el momento, la acaba de poner Arafat. Ese íntimo de Moratinos. Ese asesino en activo, probablemente el más cargado de cadáveres de cuanto siguen en ejercicio activo. Arafat propone que España sea su valedor ante los odiosos demócratas israelíes. Y encarga al Presidente Rodríguez que se haga un viajecito oficial hasta la Mukata para rendirle a él –que es, al fin, el que más manda en la cosa terrorista– la pleitesía que como señor de metralleta y bomba le es debida. Me da que es bastante probable que el tal Rodríguez se preste, al fin, hasta ese extremo.
 
Duro es decir que hasta ese punto hemos llegado. Pero más duro sería negarnos a verlo.

En España

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